Hace algunos días leí un tweet que decía algo así como "Me han robado mis inviernos" e inmediatamente me sentí identificado con su autor o autora. En otros tiempos sentíamos preocupación en estas fechas por los conflictos que las nevadas y las heladas podrían ocasionar en los recorridos por tren y carretera, tan habituales en esta época. Había que estar al tanto de las informaciones de aquel ínclito servicio de información telefónica denominado TeleRuta que notificaba puntualmente los puertos cerrados o con cadenas o las zonas de difícil vialidad invernal. De esta forma repiqueteaban en nuestros oídos nombres tales como las portillas del Padornelo y la Canda, el Páramo de Masa, la zona de Carrales o el tramo entre Incinillas y Soncillo, zonas casi legendarias donde los automovilistas tenían que bregar con las nevadas, los hielos...y con las cadenas.
Qué llamativo contraste con este año, donde los avisos no son de nevadas ni olas de frío, sino de temperaturas altas (para la época) y de elevados riesgos de incendios forestales, en consonancia con el tipo de tiempo que cada vez va predominando más. Curioso ver en Navidad a gente paseando por las playas como si de otoño se tratase o brigadas de bomberos luchando contra el fuego como si fuera agosto o septiembre.
La Maliciosa (2227 m) a primeros de diciembre |
Y es en relación con este desusado brote simultáneo de incendios forestales en el área cantábrica sobre lo que hago hoy una pequeña reflexión. Aunque no soy experto en el tema, y habrá que conocer los resultados finales de las investigaciones, mi opinión es que, salvo algunas acciones puntuales y muy predeterminadas, no creo que haya existido un propósito generalizado, organizado y coordinado de quemar el monte. Se ha tratado más bien la conjunción de la quema habitual llevada a cabo por ganaderos con una marcada situación meteorológica de sur, poco frecuente en estas fechas, y probablemente más cálida de lo que cabría esperar, a lo que se ha unido un terreno muy seco debido a las escasas lluvias otoñales.
La situación meteorológica estaba clara desde algunos días antes y creo que los mapas previstos de índice de incendios señalaban a la zona de la cordillera Cantábrica como un área de riesgo extremo. Pero ¿llegó esta información en tiempo y forma a los que debían tomar acciones preventivas o correctivas? ¿Tenían esta información ganaderos y cazadores? ¿Hubieran actuado del mismo modo de haberla conocido? ¿La hubieran incluso aprovechado aún más algunos de ellos para sus fines incendiarios? ¿Se conocían estas informaciones -supongo que sí- por los equipos de intervención? ¿Se tomaron medidas de vigilancia y prevención de acuerdo con este nivel y se dieron consejos y recomendaciones a la población? Realmente no lo sé...supongo que sí, pero algo debió fallar para que no pudieran evitarse esos más de cien incendios simultáneos en la cordillera. ¿Quizás lo insólito de una situación que, aunque prevista, no resultaba del todo creíble?
Los puntos negros de esta imagen infrarroja de Meteosat del 19 de diciembre reflejan los incendios de mayor importancia en ese día (Imagen RAM meteo) |
Todo esto me sugiere dos reflexiones. La primera es la necesidad de concienciar a los habitantes de estas zonas sobre la posibilidad de que las cosas ya no vayan siendo como antes; que el cambio climático puede ir haciendo estas situaciones más frecuentes y que ello origine, como consecuencia, que el monte ya no se regenere de la misma forma. Y que, por tanto, las prácticas tradicionales tendrían que ser revisadas para adecuarse a las nuevas circunstancias. Pero reconozco que es difícil porque, aunque la tendencia general sea ésta, son procesos que evolucionan en forma de "dientes de sierra" y en los ciclos "bajos" todos tendemos rápidamente al olvido.
La segunda reflexión es, una vez más, la certidumbre de que hay que llevar a cabo en España un rediseño integral del sistema de avisos, de modo que se logre una mayor coordinación y sinergia entre los profesionales de las distintas áreas que gestionan las situaciones de fenómenos adversos. Así mismo, creo que habría que conseguir por otra parte una generación, distribución y control más integral y eficaz de las informaciones y de las acciones que deban ser tenidas en cuenta. Y, junto con todo ello, organizar y recibir un feedback apropiado por parte de la población afectada.
Habrá habido incendios provocados por negligencias (que no accidentes), seguramente los primeros, pero más de cien me lleva a pensar que posteriormente muchos desalmados se "unieron" a la fiesta para crear el caos. No sé si es que soy muy mal pensado...
ResponderEliminarPues no lo sé Juanjo. De momento no se conoce ningún detenido. Creo que hubo negligencia, algún delito y también mucha propagación por el viento fuerte, sobre un sustrato muy seco. Pero bueno, a ver si nos cuentan algo más...
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