18 de diciembre de 2015

2016...¿Lo viviremos también "acaloradamente"?

En mi libro Compartiendo el tiempo que presento estos días, dedico un capítulo al mes de julio de este año, que titulo como El mes que vivimos acaloradamente, dada la persistente ola de calor que soportamos durante casi toda su duración. 

Como la redacción del libro la finalicé en septiembre, no me era posible hacer aún un balance global del año, aunque todo indicaba que el resultado final sería el de un 2015 bastante cálido. Pues bien, ayer mismo AEMET hizo público el avance de su balance anual cerrado a 30 de noviembre, en el que informaba que la temperatura media de España ha sido de 16,5ºC y la anomalía de 0,8ºC con referencia al periodo 1981-2010 (si se hubiera comparado con el antiguo periodo de referencia 1971-2010, esta anomalía hubiera sido aún mayor). Pues bien, como diciembre está presentando también una anomalía muy significativa (nada menos que de 1,2º a 13 de diciembre), la definitiva del año puede acercarse a 1º. Ello situaría a 2015 - de hecho ya es así- entre los cuatro años más cálidos de la serie histórica, sólo por debajo de 2006, 2014 y 2011. Se trataría por tanto de un año muy cálido, un año vivido "acaloradamente" (sólo  enero, febrero y septiembre quedaron por debajo de sus valores normales de temperatura), y que se ha hecho notar con toda crudeza no sólo en humanos sino también en animales y sobre todo en el mundo vegetal.

Pues bien, este dato de España no hace sino corroborar la información facilitada hace pocos días por la OMM en la que, entre otros datos de gran interés, apunta a que, probablemente, 2015 será el año más cálido a nivel mundial, con una anomalía que rondará 1ºC por encima de los niveles preindustriales.  

Por su parte, pero muy en coherencia con todo lo expuesto, ayer el Servicio Meteorológico británico publicó también una nota informativa en la que señalaba cómo se estaban cumpliendo la predicción que había hecho en el 2014 para el 2015. En ella habían pronosticado una anomalía entre 0,52 y 0,76ºC, y la que se ha producido entre enero y octubre ha sido de 0,72ºC, respecto al periodo 1961-90 o de 0,41ºC respecto al 1981-2010. Se trata en cualquier caso de  la más alta de los últimos 20 años seguida de cerca por la de 2014 (0,61 o 0,30 dependiendo del periodo de comparación).

Pero, además, la nota añade la predicción para el próximo año e indica que 2016 será al menos tan cálido como 2015, si no lo es algo más. De hecho, se pronostica una anomalía de entre 0,72 y 0,96 (también periodo 1961-1990). Si esta predicción se cumple -y tiene visos de que sea así- nos encontraríamos con un trienio 2014-2016 que habrá batido todos los récords. 

Naturalmente este ritmo no tendría por qué seguir manteniéndose de esta forma (sería algo verdaderamente crítico). Estamos en un periodo en el que, a través de el fenómeno de El Niño, y posiblemente mediante el cambio de signo en la Oscilación Decadal del Pacífico (PDO), el océano está cediendo a la atmósfera buena parte del calor acumulado durante años anteriores. Es algo normal, ha ocurrido siempre y seguirá ocurriendo. Pero, seguramente, el valor neto de esa devolución esté siendo ahora mayor debido a una también mayor acumulación previa por el efecto de los gases invernadero. Es decir, nos encontraríamos ante una situación normal, aunque cuantitativamente alterada por la actividad humana. En cualquier caso, tampoco sería descabellado pensar que los propios ciclos océano-atmósfera puedan irse viendo alterados también cualitativamente por esta acción humana.

Ante estas evoluciones, sigo insistiendo en la necesidad de disponer de una narración continuada y asequible para el público de todo ello. Lógicamente, las altas anomalías registradas y sentidas ahora muy directamente por ese público hacen "fácil" su aceptación del calentamiento global pero, como decía antes, este ciclo acabará revirtiendo y vendrán años -espero- no tan anómalos, en los que incluso se volverá a hablar de "pausa" aunque el proceso básico siga de fondo. En esa situación podría extenderse de nuevo la idea de que "en el fondo no se sabe" y la opinión pública volvería a relajarse. Sin embargo, si desde ahora existiera esa narración coherente, que presentara la situación actual como un máximo de un proceso que tendrá también sus mínimos, pero dentro de una tendencia global creciente, creo que la comprensión -y por tanto la concienciación del público- sería mucho mayor.




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