10 de julio de 2019

Lluvias torrenciales e inundaciones relámpago ¿Se puede ir más allá?

De nuevo, ¿cuantas veces ya en los últimos años?, una población, en este caso Tafalla, ha sufrido importantísimos destrozos por el desbordamiento salvaje de un río -en este caso el Cidacos- en cuya cabecera las tormentas descargaron más de 100 mm en el intervalo de 4 o 5 horas. Y una vez más, los afectados - y esta vez nada menos que el alcalde- afirman que no tenía noticia de que se avecinaba una situación de este tipo. 

Tafalla, julio de 2019 (Álvaro Barrientos/AP)

No es mi intención en esta entrada ocuparme de la situación atmosférica concreta o de los avisos emitidos. Pretendo simplemente, como he hecho de forma reiterativa en algunos otros casos muy parecidos, centrarme en tres consideraciones básicas de carácter general pero que, si se aplicaran, creo que permitirían avanzar bastante en la prevención y en la autoprotección en este tipo de situaciones. 

La primera de ellas es sobre los avisos específicos de tormentas. Cuando se diseñó el actual Plan de Avisos o Meteoalerta, que creo que en su versión original entró en vigor hacia el año 2006, se discutió mucho sobre este tipo de avisos. Sabemos que las tormentas tienen una distribución muy irregular, que los modelos, aunque cada vez afinan más, tienen muchas dificultades para acotar eficazmente en el espacio y en el tiempo su ocurrencia, y que, si bien el setenta u ochenta por ciento del territorio puede no sufrir daños significativos, puede haber algunas zonas en las que, bien por las características de algunas de esas nubes tormentosas o por sus características geográficas y poblacionales, se origine una verdadera catástrofe. La cuestión a debate era: ¿Debe ponerse un aviso naranja o rojo sólo porque en una pequeña zona -a veces sin peligro, a veces despoblada- pueda ocurrir una gran precipitación torrencial? ¿O, más bien hay que referirse a la zona más amplia con un nivel más bajo si bien haciendo constar en un apartado de "observaciones" del aviso que puntualmente las precipitaciones pueden ser más intensas y dañinas? 

En aquella época se tomó ese criterio aunque con la idea de que, como el resto del Plan, habría que revisarlo frecuentemente. No sé cuál es la situación en ese momento, pero la pregunta sigue abierta y sería importante una reflexión integral sobre ella: ¿Es mejor correr el riesgo de un "sobreaviso" o mejor quizás quedarnos en un "subaviso" aunque con el riesgo que eso implica? Podría argumentarse que en la primera opción podría darse un excesivo número de avisos naranjas o rojos, que perderían así su eficacia. Creo que en la práctica no sucedería y que si, dos o tres veces al año -que son las que pueden darse las situaciones más críticas-, la mitad de una provincia -o incluso la provincia entera- debe estar durante 8 o 10 horas en situación naranja o roja puede merecer la pena. 

Cebolla (Toledo). Septiembre de 2018 (CLM 24)

La segunda es sobre la difusión de estos avisos. Francamente, me cuesta mucho entender que a estas alturas no exista una aplicación de móvil por la que cualquier persona pueda recibir puntualmente avisos y actualizaciones. Eso no quiere decir que los avisos no sigan distribuyéndose por los cauces institucionales habituales, pero ha quedado claramente probado que a la gran mayoría de las personas afectadas por estas situaciones les ha llegado muy poca información y con frecuencia, ninguna. Los mensajes por móvil con un apoyo de campañas con criterios específicos de actuación, ayudaría mucho a tomas medidas de autoprotección, y más en situaciones que se desarrollan como la que nos ocupa, con una rapidez inusitada. 

Sant Llorenç des Cardassar, octubre 2018 (RTVE)

La tercera es sobre el contenido de los avisos en general. Hoy por hoy son emitidos de modo sistemático por AEMET y sólo llevan información meteorológica; de hecho el establecimiento de un color concreto sólo tiene en cuenta el alcance o superación de determinados umbrales meteorológicos. Sin embargo, desde hace ya varios años, se utiliza en algún país -y es un criterio que se va extendiendo- la utilización para el establecimiento de una situación concreta- una doble escala probabilidad de ocurrencia/impacto público. Naturalmente ese impacto debe ser valorado por los expertos en protección civil. En cualquier caso, este planteamiento me lleva a reiterar una vez más que lo que sería verdaderamente útil a la población sería un mensaje unitario, claro, recibido y actualizado frecuentemente por móvil, dónde se concrete:

 a) Qué va a pasar (desde un punto de vista meteorológico); 

b) Cómo me puede afectar ( es decir impactos potenciales en zonas concretas)

c) Que recomendaciones se me ofrecen para protegerme. 

Es verdad que mensajes de este tipo suponen una eficaz coordinación en tiempo real de meteorólogos, hidrólogos, técnicos de protección civil y expertos en comunicación,  pero estoy convencido que hacerlo supondría un paso adelante muy significativo, y seguramente muy eficaz. Naturalmente todo ello debería llevarse a cabo en el marco de un replanteamiento integral del actual Plan de Avisos o Meteoalerta y participando los distintos expertos a que antes me refería. 

Si todo esto es algo que se viene ya comentando desde hace bastante tiempo y de nuevo vuelve a ponerse de actualidad cada vez que hay una catástrofe de este tipo, ¿Por qué -al menos hasta donde yo sé- no se actúa? ¿No se considera que el problema es lo suficientemente grave? ¿Se piensa que todo ésto sólo son buenas palabras e intenciones y nada se puede hacer? ¿Se considera muy complejo llevarlo adelante ya que involucra al menos a dos Ministerios (Interior y Transición Ecológica) y a las Comunidades Autónomas? No lo sé; lo único que sé es que no podemos quedarnos cruzados de brazos esperando a la próxima inundación. Al menos inténtese, tampoco cuesta tanto. 



9 de julio de 2019

La "doble cara" de las danas ibéricas

Como era de esperar, ayer fortísimas tormentas descargaron sobre gran parte de la mitad norte peninsular provocadas por el paso de una dana. Ha habido que lamentar graves inundaciones e incluso el fallecimiento de una persona. Y como en tantas otras ocasiones impresiona ver cómo esta situación podría haber sido de calor sofocante sólo con un ligero cambio de comportamiento de esa dana. 

Análisis Z500/T850 de ayer a las 12 UTC. La zona de "salida" de la circulación delantera de la dana y el eje de la dorsal térmica a 850 hPa generan un escenario típico de fuertes tormentas sobre el cuadrante nordeste peninsular.  Obsérvese la masa de aire muy cálida norteafricana alcanzando el mar de Alborán y siempre dispuesta en verano a entrar sobre la Península. También puede verse, al norte de Azores, la formación de una nueva dana que se estacionará frente a la Península. De su comportamiento dependerá que el próximo fin de semana tengamos nueva situación de tormentas, de temperaturas muy elevadas....o de ambas cosas.

Quizás conviene recordar que una dana no está absolutamente aislada en el seno de la atmósfera. Ese "aislada" se refiere básicamente a que está separada de la corriente del chorro polar donde se generó como una vaguada que acabó cerrándose. Puede sin embargo estar afectada por otras corrientes más débiles que pueden circular alrededor de ella y hacer que se mueva en la dirección del viento más fuerte que la rodea, o incluso simplemente reorientar su eje norte-sur a otro más inclinado. A veces la dana actúa como un gran "engranaje" que puede captar alguna nueva rama del chorro polar o incluso del subtropical haciendo que éste se curve ciclónicamente y provocando en su zona delantera -si las condiciones de superficie ayudan- fuertes caídas de presión, ciclogénesis y potentes desarrollos nubosos. 

En cualquier caso éstas son situaciones típicas de otoño y primavera. En verano lo más normal es que una dana se sitúe al oeste peninsular entre Portugal y Azores y que quede en situación casi estacionaria algún o algunos días, sobre todos si existe un equilibrio entre los vientos que la rodean. Si por la interacción con alguna corriente externa, o por algún proceso termodinámico interno, se genera un desequilibrio en esa circulación, y dependiendo de su intensidad y de la zona donde se produzca, esa dana puede desplazarse hacia el este, tal como ocurrió ayer, provocando fuertes tormentas en esa zona delantera, puede moverse hacia el norte e incluso reintegrarse en el chorro polar... O puede desplazarse algo más hacia el sur, quizás con una cierta reorientación de su eje en dirección sureste-noroeste, y provocar la entrada de masas de carácter tropical o subtropical que pueden llegar a originar una intensa ola de calor.

Mapa de Z500/T850 previsto para las 12 UTC del sábado 13 de julio. La dana que se formaba en días anteriores se acerca más a la Península, reorienta su eje y la circulación que la rodea fuerza una entrada de la  masa norteafricana hacia Iberia. En pleno Atlántico se inicia la formación de una nueva dana y de ella dependerá el tiempo del inicio de la segunda quincena de julio.
Dado que este comportamiento puede depender a veces de una diferencia muy pequeña de velocidades entre los vientos que la circundan, su predicción  ha encerrado siempre muchas dificultades. Es desde luego uno de los mayores problemas de predicción en España dada la diferencia radical de tiempo que supone uno u otro comportamiento, y ha sido el origen de algunos grandes fallos en el pasado. Afortunadamente, el gran avance de las técnicas de análisis y de modelización ha supuesto un mejora radical en la predicción de su comportamiento y efectos.

Ante un chorro polar probablemente cada vez más alto de latitud y más débil, es posible que la presencia de danas en las cercanías de la Península Ibérica tienda a aumentar y que ello, unido a un océano subtropical en expansión, pueda dar lugar al desarrollo de estructuras o circulaciones atmosféricas menos conocidas. Será importante por ello profundizar cada vez más en el conocimiento de estas danas "ibéricas". 

3 de julio de 2019

Ola de calor: Un estudio importante y oportuno

En las dos últimas entradas de este blog dedicadas a las olas de calor ibéricas, y sobre todo a la que nos acaba de afectar, volvía a incidir en algo a lo que ya me había referido en otras ocasiones: la importancia de estudiar la evolución climatológica de las masas aéreas que nos afectan y muy en concreto las del nivel de 850 hPa por su estrecha relación con este tipo de situaciones. Por eso, ayer me alegró mucho la publicación en el blog de AEMET de un artículo realizado por ese gran climatólogo que es José Ángel Núñez en el que presenta los resultados de un estudio de este tipo.  Es un trabajo serio, basado en la mejor base de datos de que puede disponerse como es la generada por el sistema de reanálisis del Centro Europeo de Predicción a Medio Plazo y elaborado con un gran rigor estadístico. 


Mapa de anomalías de la temperatura a 850 hpA del 28 de junio de 2019 (fuente: José Ángel Nuñez/AEMET)

Sus
 conclusiones son muy interesantes, están expuestas con toda claridad, y recomiendo su lectura directa y sosegada. En cualquier no me resisto  a copiar a continuación dos de ellas:

La frecuencia de tránsito de masas de aire cálido en junio que dan lugar a temperaturas anormalmente altas en las zonas afectadas por la ola de calor de junio de 2019, es casi diez veces superior en las dos primeras décadas del siglo XXI que en las dos últimas del siglo XX, pasando de una vez cada 30.7 años, a una vez cada 3.7 años.

La frecuencia de tránsito de masas de aire extremadamente cálido en junio que dan lugar a efemérides meteorológicas y olas de calor en las zonas afectadas por la de junio de 2019, es más de diez veces superior en las dos primeras décadas del siglo XXI que en las dos últimas del siglo XX, pasando de un periodo de retorno estimado superior a cien años, a un periodo de retorno de 10 años.

Queda claro, por tanto, como nuestro clima se va haciendo cada vez más cálido y que lo que, hasta hace unos años, se consideraba una hipótesis es ya una realidad e incluso una realidad "adelantada" al tiempo en que se la esperaba.

Estamos por tanto ante una atmósfera cada vez más cálida y, en ese contexto, quizás sería interesante estudiar también cómo ha evolucionado la circulación general de la atmósfera en nuestro hemisferio. Ello nos permitiría confirmar si este aumento creciente de la temperatura responde a que las masas que normalmente nos afectan son simplemente cada vez más cálidas o bien a que los remontes del aire tropical y subtropical, sin haber cambiado básicamente de temperatura, son cada vez más frecuentes y alcanzan cada vez latitudes más altas. Es muy probable que esto sea así pero conviene investigarlo más y cruzarlo con las proyecciones de los modelos climáticos. ¿Dejará de afectarnos de forma directa, cada vez más, un chorro polar debilitado... ¿También nos afectarán -cada vez más- circulaciones subtropicales y tropicales, con sus estructuras y fenómenos asociados, y combinadas quizás con danas situadas a mayor latitud? Todo ésto es algo que es importante preverlo así como sus consecuencias en muchos campos de la economía y de la sociedad en general. 

Espero que el  excelente trabajo de José Ángel Nuñez, al que felicito sinceramente, marque o potencie una línea de trabajo prioritaria en AEMET, porque es uno de los servicios más importantes que, junto con la vigilancia y predicción de fenómenos adversos, puede rendir a la sociedad española. Un servicio que debería ser complementado y priorizado por los medios de comunicación esforzándose por establecer un relato continuado, coherente y serio -lo que no impide que también sea ameno- sobre la evolución de nuestra atmósfera y el impacto que, día a día, tiene en nuestras vidas y en nuestros recursos. 

Para finalizar no se me ocurre mejor forma que hacerlo con las tres últimas conclusiones de este estudio:

Todas las conclusiones de este análisis son coherentes con las previsiones contenidas en los escenarios de cambio climático que se vienen realizando desde hace décadas.

 La mayor frecuencia de tránsito de masas de aire muy cálido o extremadamente cálido y la expansión de la presencia de estas masas de aire extremadamente cálido a los meses de junio y septiembre, o incluso a mayo, como ocurrió en el año 2015, es coherente con las bases físicas que rigen los procesos de cambio climático.

 Nuestra generación está avanzando por un planeta más cálido que el de nuestros antepasados.

Solo cabe asumir por parte de todos esta realidad y actuar en consecuencia. Cuanto antes.


NOTA

Justo cuando acabo de escribir esta entrada me llega  el estudio publicado ayer mismo por la organización World Weather Atribution sobre esta misma ola de calor, pero centrado en Francia e incluso ya en una ciudad como  Toulouse. Aunque con algunas lógicas diferencias cuantitativas se llega a conclusiones muy parecidas al estudio publicado en AEMET para España.  Es un trabajo también muy interesante que hay que estudiar cuidadosamente. 

1 de julio de 2019

Calurosas reflexiones

Tal como estaba previsto, hoy ha finalizado la fase aguda de este último episodio de calor intenso. AEMET tiene ahora la palabra para establecer su categorización como "ola" y, en su caso, las zonas más afectadas. Además supongo que publicará -porque la situación lo merece de sobra- un informe con los datos definitivos de récords, que han sido muchos y muy notables sobre todo en el cuadrante nordeste peninsular.

Creo que debe reconocerse ante todo la calidad de las predicciones del Centro Europeo avisando varios días antes de la magnitud de lo que se venía encima y posibilitando seguramente la salvación de vidas, la protección d bienes y la adecuada planificación y gestión de recursos energéticos. Es una satisfacción saber que, aunque no podamos evitar estos episodios, sí tenemos herramientas para podernos anticipar con tiempo de sobra a su ocurrencia. 

Desde un punto de vista técnico, si bien el episodio ha tenido un desarrollo clásico, me parece interesante destacar algunos rasgos que me han llamado la atención. Fijémonos en el análisis del Centro Europeo del pasado viernes:


Análisis de 500 hPa y T850 de las 12 UTC del viernes 28 de junio (ECMWF)

Destaca ese gran "dedo cálido" que parece venir de África y que corresponde a una dorsal muy estrecha y larga que llega hasta latitudes muy septentrionales. Se ve como la isoterma de 24ºC a 850 hPa ocupa los dos tercios orientales de la Península y roza a Baleares. En el interior peninsular aparecen algunos pequeños núcleos de 28ºC que aseguran temperaturas en superficie cercanas al menos a los 44ºC. Si utilizamos los datos de los radiosondeos de ese momento vemos que tanto Madrid como Santander tienen 24ºC  (en el nivel de 850 hPa). Pero lo que me llama mucho la atención es ese núcleo de 28ºC casi sobre la Costa Azul francesa justo en la zona de la población de Gallargues-le-Montueux, donde su registro de 45,9ºC rompió todos los récords franceses (el muy cercano sondeo de Nimes daba 27,2ºC a 850 hPa, valor muy importante pero que justifica con dificultad los 45,9º). Su situación, desplazada hacia la derecha del núcleo de la dorsal, me hace pensar -y lo planteo sólo como una posibilidad- sí, además de la elevada temperatura de la propia masa, pudo haber un efecto adicional en ese área para alcanzar una temperatura tan desusada, y que en Francia se esperaba alcanzar dentro de varios años en el contexto del calentamiento global.

Otra reflexión más general es sí la causa básica de este episodio y estas temperaturas ha sido el espectacular remonte de la dorsal llevando temperaturas muy altas a zonas donde eran casi desconocidas (el radiosondeo de Santander del sábado 29, daba 25,9º a 850 hPa, que me pregunto si se ha alcanzado alguna otra vez en esa ubicación) o bien, si la masa de aire que remonta va siendo cada vez más cálida. Por supuesto es algo que necesita un estudio muy detallado pero mi impresión es que lo que sucede es que este tipo de dorsales van siendo más frecuentes y remontan más hacia el norte, y no tanto que la masa aérea africana vaya elevando progresivamente su temperatura. 

De hecho, este espectacular remonte de la dorsal ha estado indisolublemente unido a la presencia de una borrasca fría al  oeste de Portugal, y me da la sensación que más "pegada" a la Península de lo que suele ser climatológicamente normal. En general se sitúa algo más hacia el oeste y ello da lugar a que la dorsal cálida se coloque más centrada sobre Andalucía y Extremadura y no tanto, como ha ocurrido esta vez, sobre la mitad oriental peninsular. Por otra parte, borrasca y dorsal han ido ascendiendo hacia el norte en el marco de un chorro polar débil y muy  "meandrizado" compatible -como cada vez se insiste más- con un Ártico más cálido.

Otro posible efecto secundario de esa situación tan cercana de la baja fría ha sido, desde mi punto de vista, el refuerzo de la circulación de la baja térmica peninsular con un aumento en la intensidad de los vientos de componente este; algo que podría haber influido aún más en la aparición de los incendios en zonas del centro peninsular. 

Mi conclusión es que, si bien, este episodio ha respondido a la estructura sinóptica típica de aparición de olas de calor sobre España, es importante estudiar con detalle las variaciones que, como esta vez, pueden producirse sobre el modelo conceptual básico. Además, hay que ver si ese modelo conceptual ha ido variando en el contexto del calentamiento global y qué variaciones futuras nos señalan los modelos de evolución climática. Por otra parte, y como ya lo apuntaba en mi anterior entrada del blog, es necesario priorizar y coordinar más los estudios de atribución. En ese contexto es muy satisfactorio ver como ante una situación de este tipo,un grupo de meteorólogos europeos ha prometido para hoy mismo un estudio de atribución de este episodio basado en técnicas estadísticas. Hay que acelerar porque "el tiempo" también parece acelerar.