Aunque ahora la situación es la contraria, seguramente recordamos que a finales de junio de 2021 una intensísima ola de calor se desarrolló sobre la Columbia Británica alcánzandose temperaturas máximas entre 45 y 49ºC, valores absolutamente inusitados en esas zonas. Como causas más probables se apuntaron la aguda dorsal cálida en niveles medios y altos de la atmósfera, la subsidencia y el efecto del calentamiento por vientos catabáticos. Se discutíó también el efecto que podría haber jugado la poca humedad disponible en el suelo al suponer que se había empleado la mayor parte de la energía solar incidente en su calentamiento más que en una posible evaporación de la humedad, dada su escasez en aquella época.
Era lógico que en Norteamérica una situación tan inusitada diera lugar a múltiples estudios sobre ella. Así la revista Monthly Weather Review acaba de publicar un artículo en el que precisamente se estudia el papel de la humedad en aquella situación y parece concluir (solo me ha sido posible leer el resumen) que, por supuesto, había influido pero no de un modo muy determinante. Por ello parece que el papel primordial lo habían jugado otros factores tales como la subsidencia y los efectos catabáticos.
Este fue también el debate que se suscitó en relación con las intensas olas de calor del pasado verano en España y el papel jugado por las condiciones de gran sequedad reinantes en amplias zonas de la Península Ibérica.
Análisis del geopotencial de 500 hPa y de la temperatura de 850 hPa correspondiente a las 00 UTC del 18 de junio, de 2022, uno de los días de temperaturas más elevadas en España.
Lamentablemente no existen -o no se han publicado todavía- estudios sobre ello y creo que sería fundamental que se realizaran tanto desde el punto de vista científico como el de concienciación de la población. En cualquier caso mi opinión es que, aún siendo muy importante la situación de sequedad de los suelos, es el aire cálido ligado a la pronunciada dorsal cálida subtropical y sobre todo la fuerte subsidencia ligada a la zona delantera de estas estrechas dorsales los principales factores responsables de las altísimas temperaturas máximas y mínimas. ¿Están siendo estas dorsales tan "agudas" y alargadas cada vez más frecuentes en general o en nuestro entorno geográfico? Sí es así…¿cuál es su relación con el cambio climático?
Como tantas veces he indicado es cada vez más necesario un amplio esfuerzo de investigación en España sobre estas cuestiones. Y un apunte más: esperemos que este próximo verano el calor no sea tan intenso…pero, sí así fuera, ¿estamos preparados para ello desde el punto de vista de la toma de medidas por parte de la población y de los distintos sectores económicos, industriales y sociales para abordarla ¿Qué hemos aprendido y qué haremos cuando vuelva a presentarse que lo hará más pronto que tarde otra situación de este tipo?
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