Estos dias ha sido noticia un artículo publicado por el semanario "The Economist", el pasado 30 de marzo, en relación con la evolución del calentamiento global de la Tierra, y del que se han hecho eco numerosos medios de comunicación. En él, se afirma que, de acuerdo con los datos publicados por algunas instituciones científicas, éste no se ha ido incrementando durante los últimos quince años mientras sí lo ha hecho, y a un buen ritmo, el dióxido de carbono.
De este modo, la curva que describe la marcha del calentamiento se encuentra en una fase de "meseta" y en la zona mas baja, aunque sin salirse aún de ella, del "abanico" de proyecciones que dan los modelos climáticos.
El artículo, extenso e interesante, pasa revista a las posibles causas que puedan haber influido en ello, ocupándose de las opiniones de bastantes científicos, alguno de ellos de los denominados "negacionistas". Se refiere, por ejemplo, a los complejos y a veces contrapuestos efectos tanto de las nubes como de los aerosoles así como, al todavía no del todo conocido proceso del almacenamiento del calor por los océanos. Después se pregunta sobre los posibles cambios de mayor o menor calado a llevar a cabo en los modelos climáticos y afirma que, en cualquier caso, no se puede bajar la guardia, ya que el calentamiento sigue siendo real y ahí está, por ejemplo, el deshielo ártico, mucho más rápido de lo que los científicos habían previsto. Y además, porque, de una forma u otra, la incertidumbre sigue siendo muy amplia en un mundo en el que se ha avanzado todavía muy poco, casi nada, en la reducción efectiva de las emisiones de dióxido de carbono.
Naturalmente, la publicación de este artículo ha despertado una amplia polémica que queda a mi juicio bastante bien reflejada en otro artículo de Kieran Mulvaney publicado el pasado día 11 de este mes en la web de "Discovery news". En él, se hace una revisión de los planteamientos hechos por "The Economist" a través de los argumentos de distintos científicos ofreciendo sobre ellos algunas interpretaciones distintas sobre los hechos reseñados y haciendo especial enfásis en la acumulación del calor sobre todo en las capas profundas del oceano por debajo de los 700 metros de profundidad.
Mi opinión es que, si bien es verdad que el proceso está en una fase de meseta, no creo que ello permita albergar serias dudas sobre el mismo ni sobre las tendencias generales de evolución. Muchos procesos físicos avanzan en "dientes de sierra" y así, otra posible interpretación de estos datos podría ser que, debido a la variabilidad natural del clima procedente de muchas retroalimentaciones todavía poco conocidas, nos encontraríamos en una etapa descendente de temperaturas frenada justamente por el proceso de calentamiento antropogénico. Pero sería simplemente otra interpretación.
La interacción atmósfera-oceanos-tierra es muy compleja y vamos descubriendo piezas del puzzle poco a poco. A veces, la imagen que va saliendo nos sorprende, tal como el "prematuro" deshielo ártico; en otras ocasiones, parece haber distintas soluciones con las mismas piezas, tal como la atribución de la anómala circulación atmosférica de estos meses en el hemisferio norte a esa fusión ártica, lo cual puede ser condición suficiente pero no necesaria. Y otras veces, como ahora, las piezas que tenemos no parecen dar muchas pistas para saber si vamos bien. Pero, lo que hasta ahora hemos hecho del puzzle, va dando una imagen coherente, aunque siempre puedan ser necesarios algunos retoques; además estamos aplicando a su construcción nuestros mejores saberes y recursos. Sigamos adelante trabajando así para ver cada vez con mayor claridad, per0 deteniéndonos de vez en cuando para no perder la visión global.
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