En mi última entrada del blog comentaba cómo las torrenciales lluvias acaecidas hace unos días en Benicassim o Sagunt no estaban provocadas por una dana sino por una serie de procesos a mesoescala junto con la presencia de un aire muy húmedo. Y la finalizaba refiriéndome a la atención que había que prestar al inminente cambio en la situación atmosférica. Ese cambio se materializó ya desde la noche del martes con la aproximación progresiva de una dana a la Península provocando intensas granizadas y algunas lluvias torrenciales. Ayer miércoles esas lluvias se intensificaron y extendieron afectando a amplias zonas de la Península con intensidades muy altas -y a veces también cantidades- que provocaron un buen número de inundaciones relámpago y grandes daños materiales.
Topografía de 500 hPa del 1 de septiembre a las 12 UTC. El núcleo de la dana aparece sobre Lisboa mientras que su zona difluente delantera (o zona de advección de vorticidad ciclónica) genera fuertes ascensos del aire cálido y húmedo
Por tanto, y a diferencia del primer episodio de lluvias mediterráneas, esta vez sí ha sido la circulación del viento asociada a la dana la que ha actuado como mecanismo de disparo para lograr que la inestabilidad se materializara en rápidos y muy potentes ascensos del aire cálido y húmedo con el desarrollo de potentes cumulonimbos y agrupaciones de ellos.
Imagen del canal visible de AEMET de primeras horas de la tarde. La circulación de niveles altos provoca ya fuertes ascensos y la aparición de potentes estructuras convectivas.
Imagen de reflectividad radar correspondiente a la imagen anterior de satélite. Se aprecian núcleos de alta reflectividad asociados a precipitaciones muy intensas. El potente núcleo delantero en forma de coma es el que provocó inundaciones relámpago en varios pueblos al sur de Toledo y en la propia capital. Además de la alta intensidad, el lento desplazamiento del núcleo daba lugar a mayores acumulaciones de precipitación.
Es verdad que la presencia de estas danas al final del verano o comienzos del otoño climatológico son relativamente normales pero, a mi juicio, no lo es la aparición de forma tan extensa de tan altas intensidades y cantidades de precipitación, de modo que, una vez más, cuántas veces ya, vuelven a batirse varios récords en las redes de observación.
A mi juicio, y tal como ocurrió con la borrasca Filomena, todo ello no puede explicarse sino por la participación muy activa en estos fenómenos de aire subtropical relativamente cálido y con altos contenidos de humedad. Si se comprueba que es así y todo parece indicarlo: ¿la presencia ya reiterativa de esta masa responde a la pura variabilidad atmosférica o es una muestra del calentamiento global? Por varias razones que ya he expuesto en distintas entradas de este blog, me inclino por esta última opción. En cualquier caso, más allá de opiniones personales con poco valor, cabe insistir en la necesidad de la realización de estudios sistemáticos rápidos, de todas estas situaciones adversas y que contemplen también, hasta donde ello sea posible, su conexión -mayor, menor o nula- con el calentamiento global con la consiguiente comunicación a la sociedad de los resultados obtenidos.
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