Mucho se ha comentado y escrito en los pasados días sobre la tremenda ola de calor que ha afectado a zonas del sur de la Columbia británica canadiense y zonas cercanas del estado norteamericano de Oregón.
A falta de que se publiquen estudios más rigurosos y sosegados, se han apuntado como causas básicas el establecimiento en esa zona de una potente dorsal anticiclónica –“cúpula de aire cálido” se ha denominado en muchos medios- que mantuvo durante unos días una situación de gran estabilidad con cielos despejados y, añadido a ello, un posible calentamiento por subsidencia, potenciado aún más en algunas áreas por los efectos de vientos catabáticos o descendentes.
Lytton, la población donde se llegaron a registrar los casi 50ºC se encuentra en un estrecho valle entre montañas donde los calentamientos producidos de los vientos catabáticos o descendentes pueden ser muy importantes (Google Earth)Pero, aún teniendo en cuenta todo ello, es difícil justificar esos valores de entre 45 a casi 49ºC en esas latitudes. Hay a mi juicio un par de factores más que pueden haber contribuido a esa “ola de calor perfecta”. Uno es la presencia junto al flanco occidental de la dorsal, muy cercana a las zonas de altísimas temperaturas, de una pequeña depresión en niveles medios que reforzaba el gradiente en esa zona y que pudo provocar una advección más intensa de aire cálido con vientos de mayor velocidad. Ello pudo dar lugar a un reforzamiento y una mayor intensidad de los calentamientos catabáticos a que me refería Si eso fue así, ese “calor de arriba” no vendría tanto de una subsidencia sino de esos efectos provocados por el viento del sur.
Un segundo factor que planteo como hipótesis, porque no tengo datos directos, es la posible gran sequedad del terreno. Si existía esa sequedad -y no me extrañaría que fuera así debido a las situaciones de dorsal anticiclónica que parecen afectar cada vez mas a estas zonas- parte del calor llegado -en horizontal o vertical- no se habría empleado en una eficaz evaporación, sino en calentar mas el terreno y la capa de aire que reposaba sobre él.
Todo ello suscita la cuestión de si la tendencia a una mayor sequedad en determinados territorios como consecuencia de cambios en la circulación general de la atmósfera está provocando también un efecto de “amplificación” mediante el que las situaciones de olas de calor puedan ser cada vez más intensas en esos territorios con mayor déficit hídrico, algo que, una vez más, deberíamos estudiar más profundamente en España dadas nuestras singularidades hídricas.
NOTA: Este importante efecto de la relación entre el déficit hídrico y la potenciación de las olas de calor queda muy bien reflejado en este artículo publicado en Nature por investigadores portugueses y españoles en noviembre del pasado año.
Hola Ángel, excelente análisis.
ResponderEliminarEstuve mirando y en 2015 tuvieron otra ola de calor parecida a esta del 2021.
Y da la casualidad que en 2015 había NIÑA pululando por el Pacífico al igual que ahora...
Y el fenómeno ENSO modifica el comportamiento del JET stream, con lo cual creo se están olvidando en los artículos que he leído del ENSO, pieza fundamental en el rol atmosférico del Pacífico.
Es mi opinión.
Un abrazo amigo, empar
Gracias Empar. Como te comentaba me quise centrar sobre todo en el efecto amplificador que a mi juicio tiene la aridificación creciente de muchas zonas geográficas. Al no tener humedad que evaporar toda -o casi toda- la energía se emplea en calentar el terreno y el aire subyacente. Y cuanto más altas son las temperaturas más se seca el territorio y la amplificación crece. Es verdad por otra parte que el ENSO influye y por otra parte hay estudios que señalan una tendencia creciente a la formación de dorsales anticiclónicas en esa zona. La posible conexión entre El Niño o La Niña y esa tendencia, la desconozco.
EliminarUn abrazo.