Feliz comienzo de 2021 para amigos y seguidores del blog. Un comienzo de año que, desde el punto de vista
meteorológico está marcado por las dudas sobre la posibilidad de que se produzcan nevadas extensas en amplias zonas de la Península a partir del día de Reyes o del siguiente. Como suele ocurrir cuando se parte de situaciones meteorológicas complejas los modelos deterministas de predicción han ofrecido -y siguen haciéndolo en sus distintas "pasadas"- distintas evoluciones para esos días que oscilan desde la aparición de esas nevadas, a que no se produzcan en absoluto o a que sólo afecten en mayor o menor medida a zonas de la mitad sureste penínsular. En las dos últimas "pasadas" del modelo de alta resolución del Centro Europeo, parece consolidarse la primera opción, pero de aquí hasta Reyes es probable que aparezcan todavía algunas "idas y venidas" más. Es por tanto una situación en la que se pone de nuevo de manifiesto la necesidad de apostar por las predicciones de los modelos probabilistas aunque la atracción de los "deterministas" sea muy fuerte.
a) ¿Cuál es el problema?
Normalmente la duda más frecuente en la predicción de nevadas es la determinación de la cota de nieve, sobre todo en aquellas zonas que están situadas en franjas de mas/menos 100 o 200 metros en relación con la cota teórica dada por los modelos. Sin embargo, en este caso la duda proviene de si las borrascas y frentes que deben proporcionar la precipitación van a alcanzar o no la Península Ibérica, y en su caso qué zonas serán las más afectadas. Y por lo que respecta a la cota, ésta sería muy baja dado el aire tan frío que tenemos en las capas bajas y que sería uno de los protagonistas de la evolución.
b) ¿Y de qué depende que lleguen o que no?
En principio esas borrascas se van a formar con bastante seguridad a lo largo de un frente atlántico ubicado bajo una corriente en chorro extratropical (o polar si se quiere, aunque en este caso cuesta trabajo llamarla así) fluyendo sobre el Atlántico muy baja de latitud. La primera de esas borrascas es posible que afecte a Canarias hacia el día 5 mientras que las segunda y tercera de ellas podrían afectar también al archipiélago y a continuación cambiar su rumbo hacia el nordeste dirigiéndose a la Península hacia el día 6, al tiempo que se intensificarían y provocarían las precipitaciones a que antes me refería.
Mapa de superficie previsto para las primeras horas del día 6 de enero por el modelo de alta resolución del Centro Europeo (los colores azules reflejan la cantidad de precipitación acumuladas en seis horas). Puede verse la llegada de la segunda borrasca (la primera ya pasó hacia Marruecos) de esta situación a Canarias...¿Seguirá hacia Marruecos o se dirigirá a la Península Ibérica?
Veinticuatro horas después, esa segunda borrasca empieza a afectar a la mitad sur peninsular dando ya extensas precipitaciones en forma de nieve. La tercera afecta ya a Canarias y según esta pasada del modelo se dirigiría también hacia la Península volviendo a originar nuevas nevadas (la cantidad de nieve en seis horas se representa por los colores verde y amarillo)
c) Podría cambia de rumbo...¿pero lo va a hacer?
Esta es la cuestión clave y la que vuelve un poco "locos" a los modelos. Todo depende del desarrollo de un fenómeno de retrogresión en niveles altos que ya se está iniciando. Así, la gran dorsal orientada de sur a norte sobre el Atlántico irá inclinando su eje hacia el este de modo que en tres o cuatro días dará lugar a la aparición de una vaguada con eje horizontal y que se extendería más o menos desde Francia hasta Azores. De ser así, en su zona delantera se intensificaría la circulación en altura llegando a aparecer un ramal de chorro que pasaría a ser la circulación dominante en la zona y que captaría a la borrasca atlántica dirigiéndola hacia la Península, al tiempo que la intensificaría por la generación de ascensos verticales en la zona delantera de ella... Pero si en ese proceso de retrogresión hay alguna variación, aunque sea mínima, esa "captación" no ocurrirá y la borrasca podría seguir su camino hacia el este.
En esta topografía de 300 hPa prevista por el Centro Europeo para el mediodía del 6 de enero se observa la vaguada con eje desde Francia a Azores y una circulación muy reforzada en su zona delantera con un máximo de viento sobre la Península. La zona derecha de entrada de ese máximo de viento -hacia el golfo de Cádiz- favorece los movimientos verticales con caídas de presión y haría que la borrasca se desplazara hacia la Península y se profundizara.
d) Y si finalmente se dirige hacia la Península, ¿qué pasa con la nieve?
Entonces se pondría ya en marcha el mecanismo clásico: la borrasca induciría entre la superficie y unos 2000 metros de altura un flujo de aire de componente este, de procedencia mediterránea, hacia la Península. Éste ascendería sobre el más frío y denso del interior peninsular y además ese ascenso se vería reforzado por las condiciones dinámicas en altura. Existiría además un añadido extra de humedad entre los, digamos, 2000 y 6000 metros transportada por el flujo del W/SW a esos niveles. Todo esos factores, si actúan coordinadamente, darían lugar a importantes nevadas.
Mapa de superficie previsto para la madrugada del día 7. Refleja el flujo de componente este sobre la Península provocando en las seis horas precedentes amplias precipitaciones de nieve.
e) ¿Sucederá definitivamente?
Imposible, si no queremos mentir, dar una respuesta categórica. Los productos probabilistas del Centro Europeo nos muestran que la evolución tiene un grado bastante alto de predecibilidad hasta el día 5 pero a partir de ahí, disminuye mucho. Con frecuencia este tipo de incertidumbres está asociado con estos fenómenos de retrogresión a los que me refería más arriba. Su predicción es muy compleja ya que la evolución concreta depende de pequeñas diferencias en la velocidad de viento en zonas muy concretas de la circulación de niveles altos. A veces estas diferencias pueden no ser recogidas adecuadamente por las observaciones de las que se nutren los modelos, o a veces solo pueden ser realmente detectadas hasta 36 o 48 horas antes.
Este gráfico de la evolución de la temperatura a 850 hPa (una variable muy ligada a la posible entrada de las borrascas) muestra una amplia dispersión de los 51 miembros que conforman la predicción por conjuntos o probabilista a partir del día 6. Ello implica que la predecibilidad de la situación disminuye bastante a partir de ese momento. Por tanto permanece la incertidumbre.
f) Entonces...¿qué se puede decir ?
Pues que lo que sí está claro es que existe un riesgo significativo -aunque no certeza- de la aparición de nevadas importantes comenzando en Reyes o días inmediatamente posteriores y que debe ser tenido muy en cuenta en aquellas actividades que pudieran verse afectadas. Además, y para actividades muy condicionadas por la relación costo/beneficio, se podrían dar con los productos adecuados valores concretos de probabilidad de ocurrencia y su variación con el tiempo.