En estos pocos días de relativa calma entre un acontecimiento atmosférico y otro, quiero aprovechar para comentar algunas ideas en relación con las situaciones que se vienen sucediendo en los últimos meses. Somos muchos los que nos hemos quedado impresionados por la violencia de lluvias e inundaciones consecuentes que se han vivido en muchos lugares de España y que han tenido como remate ¿final? las provocadas por la última situación de dana. Una situación en la que, a mi modo de ver, las interacciones mesoescalares han tenido un papel fundamental y que han llevado, según ha indicado AEMET, a que se haya batido, entre algún otro, el récord de precipitación registrada en una hora.
Tabla de acumulaciones de precipitación en diez minutos, 1 hora y 6 horas durante los días del 19 al 21 de octubre (fuente: AEMET) |
Y somos muchos también los que nos preguntamos, no tanto si estará aumentando la torrencialidad de las precipitaciones, que también, sino su frecuencia. ¿Es una pura sensación subjetiva al ver tantas y tantas imágenes de verdaderos torrentes por poblaciones o amplias zonas arrasadas, dado que ahora la tecnología registra todo o casi todo? ¿O es que realmente esa frecuencia o esa intensidad está aumentando tal como indican las proyecciones de cambio climático? No es casualidad que este planteamiento -el de aumento de frecuencia- haya sido también bastante comentado con ocasión de la reciente llegada del ¿huracán? ¿ciclón postropical? Leslie a las costas de la Península Ibérica. ¿Estamos cada vez más en una atmósfera subtropical con sus fenómenos asociados? Tantos récords meteorológicos en los últimos años ¿responden a la variabilidad natural o es una tendencia que nos debe preocupar, o al menos ocupar? Y si es así, ¿de qué medios disponemos para ello o cuáles deberían disponerse?, ¿Cómo se debería trasladar todo ello al público en un relato coherente, sin alarmismos pero con claridad?
En este contexto llama la atención el comportamiento de muchos medios de comunicación en los que, tras la efervescencia -a veces demasiada efervescencia-, en relación a "lo que viene" o a "lo que está pasando", no se lleva a cabo posteriormente una reflexión más profunda en forma de debates o de programas especiales sobre "lo que ha pasado": causas, gestión, consecuencias, posible evolución de estos acontecimientos a medio y largo plazo... y posibles soluciones, o al menos alternativas. Puede que el argumento para no hacerlo sea decir que no hay demanda social para ese tipo de programas -yo sí creo que interesa y mucho- o que ya no hay noticias que ofrecer... o que la "política" es lo que más vende. Y aunque los medios privados tienen la libertad de decidir cuál es su apuesta informativa y divulgadora, creo que los medios públicos deberían prestar mucha mayor dedicación a estas cuestiones que realmente están suscitando inquietud en gran parte de la población.
Y hablando de "política" es cuestionable también la actitud de la clase política, más allá de visitas, lamentaciones o, en su caso, petición de responsabilidades. ¿Cuándo un debate parlamentario con presentación de iniciativas sobre estos temas: su mejor conocimiento, sus implicaciones o la planificación de su gestión a medio y largo plazo?
Y por último también es de preocupar los escasos recursos dedicados en la investigación en España sobre la situación, evolución y consecuencias del cambio climático en nuestro propio entorno, si bien es verdad que ya van apareciendo algunas instituciones oficiales o departamentos universitarios, como en el caso de Castilla La Mancha por ejemplo, que, poco a poco, empiezan a avanzar sobre ello. ¿Por qué no potencian más los Ministerios de Ciencia, Innovación y Universidades o el de Transición Ecológica la investigación y divulgación de estas cuestiones?
Hace falta algo más que sorpresas, espectáculo, titulares y lamentaciones; hay que ir más allá. Investigadores, medios de comunicación, políticos, gobierno... ¿Quién lleva la iniciativa?