Una vez conocida la estructura del nuevo Ministerio de Transición Ecológica así como de sus competencias, me parece el momento adecuado para exponer las que, a mi juicio, tendrían que ser dos cuestiones prioritarias a abordar con prontitud y diligencia por lo que se refiere a clima y tiempo. Una de ellas es la referida a la potenciación de los estudios de cambio climático en nuestro entorno y la adecuada divulgación de sus resultados y otra la del replanteamiento del sistema de avisos de fenómenos adversos. En cualquier caso dejo esta cuestión para una posterior entrada del blog y me centro ahora en la primera de ellas.
Parece claro que para la planificación a medio y largo plazo de esa "transición ecológica", una clave muy importante es ir conociendo cada vez más y mejor el escenario climático hacia el que nos dirigimos. Es verdad que ya conocemos según el IPCC la gran probabilidad de aumento de las olas de calor así como la creciente irregularidad que van a ir mostrando las precipitaciones y con una tendencia hacia su disminución progresiva. Sin embargo, sigo pensando, y así lo he expresado con frecuencia en este blog, que hay cuestiones que nos pueden afectar de forma importante y sobre las que se requiere todavía mucho trabajo de investigación, tal como puede ser el comportamiento de una atmósfera y de un océano tropical y subtropical cada vez más cálidos y expandidos hacia el norte. ¿Cómo puede ello afectar a la formación de danas en nuestro entorno?, ¿Qué estructuras ciclónicas pueden crearse en esas zonas por distintos mecanismos que pudieran significar una mayor probabilidad de precipitaciones de tipo convectivo y/o fuertes vientos en Canarias o en la Península?
Por otra parte, y junto con la prospección de lo que nos puede venir, creo también que es importante prestar más atención a lo que ya está pasando. Todos sabemos que el motor para muchas acciones políticas es la presión desde la opinión pública cuando se logra un buen conocimiento y una clara concienciación sobre lo que está ocurriendo en nuestro propio entorno. A tal efecto, creo que es fundamental la potenciación de los estudios de atribución por los que es posible conocer en plazos relativamente cortos la probabilidad de que un determinado fenómeno o situación adversa que acontezca en un momento esté -o no- directamente relacionado con el cambio climático.
La cuestión qué surge a continuación es quién debería llevar a cabo estos estudios. Parece claro que un entorno adecuado sería de los departamentos universitarios especializados en meteorología y climatología. Es verdad es que, dada su autonomía, debe ser su propia decisión y estrategia la que oriente el rumbo de sus investigaciones. Pero parecería raro que estas cuestiones no pudieran ser claramente un objetivo prioritario en sus trabajos -y así lo manifiestan personas vinculadas a algunos de ellos- si bien argumentan la gran escasez de recursos para poder emprender, o en otros casos reforzar, esos estudios.
Por lo que se refiere al ámbito gubernamental sería la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) la que, en principio, parecería encargada de llevar a cabo trabajos de este tipo siempre que se resuelva -de nuevo- la escasez de personal que se argumenta, o se cambien algunas de sus prioridades. Y otra posibilidad, de acuerdo con lo que un colega ya ha sugerido por las redes sociales, podría ser la creación de un centro específico de investigación; una interesante solución si se pueden dedicar algunos recursos a ello. En este contexto, parece clara la importancia que tendría la acción conjunta entre el Ministerio de Transición Ecológica y el de Ciencia, Innovación y Universidades para el establecimiento de un plan de acción que, de una forma u otra, sirviera para impulsar este tipo de actividades que, en mi opinión, serían fundamentales para un correcto enfoque de las medidas de adecuación y mitigación.
Sin embargo todo esto perdería eficacia -y empuje- si no hay un esfuerzo eficaz, equilibrado y coherente de comunicación pública. Creo que, hasta ahora, no se ha facilitado a la sociedad un relato continuado, sencillo y cercano sobre lo que está pasando en nuestro territorio, su mayor o menor relación con el cambio climático y qué es lo que cabe esperar a distintos plazos. Con estas informaciones sería más fácil la puesta en marcha, la aceptación y la colaboración con las distintas acciones que es necesario llevar a cabo tanto a nivel personal como social o político. Desde este punto de vista el papel de los medios públicos de comunicación -con mucha mayor presencia que la actual en redes sociales- y de los comunicadores especializados, me parece absolutamente necesario e irrenunciable.
Esperemos próximas decisiones gubernamentales en estos aspectos. Ojalá que se produzcan y orienten más y mejor el camino por el camino que necesariamente tenemos que recorrer en esa bienvenida "transición ecológica".