31 de marzo de 2015

El trimestre primaveral (II): Visión de abril

Entramos en abril, el segundo mes del trimestre primaveral. Tras un final de marzo excesivamente caluroso, en el que incluso se ha llegado a batir algún récord de temperaturas e incluso de precipitación, abril empieza con un cierto refrescamiento. De acuerdo con la predicción mensual hecha pública por AEMET en su web parece que la tónica de, al menos, la primera quincena estaría marcada por temperaturas cercanas a los valores climatológicos normales mientras que las lluvias quedarían algo por debajo.

En cualquier caso, veamos a continuación cómo se suele comportar abril y qué ha hecho cuando se ha comportado de otra forma. Como en meses anteriores copio a continuación parte del capítulo titulado dedicado a abril  en  mi libro Meses y tiempos. Lleva el título Abril o la incertidumbre.




Visión de abril

Abril es pura primavera, si por primavera se entiende la rápida alternancia de ratos de ambiente delicioso con temperaturas muy agradables con otros donde la tormenta inunda todo con chubascos fuertes, granizo a veces y un molesto frío húmedo. El sol va ya calentando bastante la tierra y ésta cede al aire que reposa sobre ella energía suficiente para que se eleve y, con frecuencia, forme esas nubes tipo coliflor que los meteorólogos llamamos convectivas. Si en las capas medias y altas de la atmósfera el aire está lo suficientemente frío, esas “coliflores” acaban convirtiéndose en cumulonimbos, las nubes de tormenta. Muchas veces, al no disponer todavía de energía suficiente, colapsan pronto y se desparraman en forma de esos chubascos intensos y granizadas a que antes me refería. Pero el día ya es largo, se ha pasado el equinoccio y las horas de luz ganan a las de oscuridad; de este modo, antes de que acabe, aún puede salir el sol de nuevo y finalizar la jornada de una forma tranquila y agradable. Este es el abril típico, aunque no siempre se comporta así, como luego iremos viendo.

La temperatura media de este mes es de 12,3ºC, casi dos más que la de marzo, mientras que la lluvia media es 65 mm, muy por encima de los 46 de marzo y parecida a la del mes siguiente. En la vertiente atlántica estas lluvias de primavera representan el máximo secundario anual tras las de otoño, mientras que en la mediterránea también lo son, pero fundamentalmente en su mitad norte. Son lluvias muy deseadas por la gente del campo y en general por toda la sociedad ya que aseguran muchos cultivos, manantiales y el abastecimiento de agua para el verano; su falta o escasez suponen un verdadero drama, sobre todo si el invierno ha sido también seco.

Una vez más, la meteorología popular recoge sabiamente todas estas características de abril. Así, el carácter cambiante e inestable del mes, queda perfectamente recogido en este refrán:

Parte su tiempo abril entre llorar y reír

o bien:

Abril, abrilillo… ¿cuando no fue pillo?

Y en éste otro, que constituye casi un relato breve:

Quien quiera conocer un buen abril por lo menos un siglo ha de vivir; lo dijo la vieja, vivió ciento uno, y murió la pobre y no vio ninguno.

La frecuente aparición de chubascos durante el mes puede dar la impresión de que llueve mucho; aunque a veces pueda ser así, en general no son grandes las cantidades de precipitación recogidas:

En abril, aguas mil y todas caben en un barril

Pero, por si acaso:

Las aguas de abril todas caben en un barril; pero si el barril se quiebra,
ni en el mar ni en la tierra.

De cualquier forma, la importancia de la lluvia en este mes queda reflejada de forma constante en el refranero:

Llueva abril y mayo aunque no llueva en todo el año

o,

En abril, cada gota vale por mil

La presencia de las tormentas, y sobre todo del granizo, también queda bien reflejada:

Abril sin granizo, Dios no lo hizo

Pero con un serio peligro:

En abril no hay granizada que no siga la helada.

Y es que en abril, sí las entradas tardías de aire frío son muy marcadas, el enfriamiento nocturno, que con frecuencia sigue a las tormentas, origina algunas heladas, lo que supone un gran riesgo para muchos cultivos. Por eso, este siguiente refrán, mas que refrán es súplica:

Abre abril las puertas del santo rocío, y no abras las del frío

A diferencia de otros meses, no abundan en el caso de abril los refranes de tipo predictivo debido quizás a su carácter tan inestable. Todo el refranero se centra en la importancia de las lluvias de abril y los peligros de los fríos tardíos.

También este carácter hace difícil establecer cómo sería un abril “normal” desde el punto de vista de la climatología. En cualquier caso, lo usual es que el mes comience con un tiempo tranquilo, de temperaturas suaves; son por tanto días muy adecuados para que plantas y animales recobren ya plena actividad. No puede descartarse sin embargo que, de vez en cuando, surja algún aguacero o chaparrón que de algún modo no hace sino vivificar aún más ese despertar. Sin embargo, hacia mediados de mes, es fácil que se produzca una marcada entrada de aire frío con descenso de temperaturas e incluso algunas precipitaciones de nieve; ahí es donde abril toma esa mala fama de pillo o ruin al hacer peligrar parte de esa vida que acaba de brotar:

En llegando al seis y cero (el 16 de abril), los abriles se vuelven eneros

o:

Si hiela (o llueve) por Santa Engracia (el día 16), la viña se desgracia

Con frecuencia, el tiempo tranquilo y suave retorna al principio de la última decena; se habla entonces del veranillo de las lilas dado que, si ocurre así, se favorece mucho su floración y el de otras muchas especies. En cualquier caso, los finales de abril suelen ser lluviosos. La festividad de San Marcos está muchas veces pasada por agua:

Para San Marcos, en el suelo hay charcos.

Desde el punto de vista de la meteorología popular tienen una cierta importancia las llamadas cabañuelas de San Marcos en las que, a partir de las observaciones de este día y de los once siguientes, se obtiene – o se obtenía- el devenir meteorológico de los once meses venideros.

En cualquier caso, a veces abril no se comporta así, o bien exagera sus caracteres típicos. En ocasiones, los que suelen ser suaves primeros días del mes se convierten en situaciones de mucho calor. A este respecto, quizás el episodio más sobresaliente fue el que tuvo lugar entre el 6 al 9 de abril de 2011 cuando una entrada de aire muy cálido hizo que las temperaturas rebasaran los 30ºC en muchas zonas de España, sobre todo en Castilla y León, Aragón, Murcia y Baleares. Destacaron 37,4ºC de Murcia –que probablemente sea la temperatura más alta registrada en abril en observatorios principales de España- 32,4 de Zaragoza, 30 de Teruel y 29,9 de Pamplona, todas ellas efemérides del mes. Llama mucho la atención los 34ºC registrados el día 7 en Villasana de Mena (Burgos), la capital del  Valle de Mena, zona de clima muy suave e incluso frío. Fueron debidos seguramente a un efecto foëhn provocado por el viento del sur, ya originalmente cálido, en la bajada al Valle desde los Montes de la Peña. En cualquier caso éste fue un episodio bastante excepcional, tanto por su temprana ocurrencia como porque las entradas cálidas del mes suelen afectar más bien al Mediterráneo y sobre todo a Baleares. Ocurren cuando la presencia de una borrasca semiestacionaria al oeste de la Península origina la entrada de una masa de aire cálido norteafricano sobre esa zona. Ejemplos de este tipo son las situaciones del 7 de abril de 1961 en la que Sóller alcanzó los 35,5ºC; la del 27 de abril de 2012 con máximas que superaron los 30º en todo el archipiélago balear  y en la que Sa Pobla en Mallorca alcanzó 33,1, o la del 22 de abril de 2000, con 32 en Muro y también en Sa Pobla. Por su parte, Canarias también se ve afectada de vez en cuando en este mes por entradas de aire africano tal como la de finales de abril de 1994 cuando, durante un episodio de tres días de duración, la temperatura media del archipiélago quedó nada menos que unos 6ºC por encima del valor normal del mes.

Las entradas de aire frío suelen ocurrir, como es lógico, más frecuentemente a principios de mes. Es de destacar la situación del 9 de abril de 1973 cuando una repentina invasión fría originó nevadas en muchas zonas de España y dio lugar a que Girona alcanzara con -3ºC su efemérides de temperatura mínima para abril. Por otra parte, entre las muchas situaciones frías que tuvo la primavera de 2013, destacó la del 28 de abril, en la que se alcanzaron hasta 15 cm de nieve en el interior de Castellón y se registraron máximas muy bajas en distintos observatorios, tales como 3,8ºC en Cuenca y 5,8 en Ciudad Real. Cabe señalar, en cualquier caso, que la temperatura más baja registrada en un observatorio de la red principal en este mes fue de -8,6ºC en Burgos el 13 de abril de 1986, en el transcurso de una entrada de aire muy frío procedente de Centroeuropa.

Aunque es marzo el mes que tiene más fama de ventoso, en abril también se han registrado a veces valores muy significativos de vientos. Destacan sobre todo algunos registrados en montañas del área mediterránea, tales como los 196 Km/h registrados en el Puig d’Alfàbia el 14 de abril de 1978 (ese día el observatorio de Palma-Porto Pí anotó también su efemérides de viento para abril con 114 Km/h) o los 189 del 26 de abril de 1967 en el antiguo observatorio del Montseny. También en abril de 1978, el día 2, Barcelona-Drassanes registró una racha de 152 Km/h y San Javier, en Murcia, 115 km/h, su efemérides absoluta de viento para este mes. Del mismo modo, el 26 de abril de 1970 Talavera la Real, junto a Badajoz, alcanzó los 110 km/h, que también fue su efemérides de abril. En general se trata de vientos del noroeste unidos normalmente a un chorro de la misma dirección en niveles altos.

Pero si por algo es famoso abril es por sus lluvias. Cuando están ligadas al paso de sucesivos frentes atlánticos suelen ser poco importantes, ya que éstos se desplazan con rapidez. Las cosas se complican cuando aparecen embolsamientos fríos en las capas medias y altas de la atmósfera en forma de DANAs más o menos marcadas. Entonces la inestabilidad se dispara y aparecen por doquier cumulonimbos y tormentas. Como en niveles bajos todavía no suele haber mucha energía disponible, en general son de escasa duración y de precipitación poco importante; sin embargo, con la misma facilidad que se forman, se deshacen y otra vez vuelven a formarse; son las típicas “aguas mil y todas caben en un barril” del refranero. Pero hay ocasiones en las que, o por ser más intensa la perturbación de niveles altos o porque en capas bajas la alimentación de aire cálido y húmedo es más eficiente, la inestabilidad se hace mucho más marcada y se registran cantidades importantes de precipitación y a veces intensas granizadas. Es cuando el “barril se quiebra”, “quiebro” que también puede ocurrir si la perturbación se queda prácticamente estacionaria sobre una misma zona durante bastante tiempo.

Pueden encontrarse ejemplos significativos en las tres vertientes españolas y en Baleares dentro de ese marco general de lluvias. Así, en la vertiente cantábrica, las lluvias de abril suelen ser abundantes con algunas entradas frías del noroeste y a veces son también bastante intensas cuando están provocadas por DANAs sobre el interior peninsular.  En una situación de este tipo, el observatorio de Santander alcanzó el 5 de abril de 1968 el récord nacional absoluto para este mes en observatorios principales de cantidad de lluvia en un día con 124 mm.

En la vertiente atlántica las precipitaciones suelen destacar más por su frecuencia que por sus valores absolutos pero la aparición de embolsamientos fríos en niveles altos las pueden intensificar bastante. Así ocurrió el 18 de abril de 2003 en Valladolid al recogerse 44 mm con una intensidad máxima de 72 mm/h. Por su parte, en la vertiente mediterránea peninsular y Baleares, los fuertes aguaceros empiezan ya a hacerse más frecuentes que en marzo, si bien las cantidades recogidas suelen ser mayores en la mitad norte que en la sur. Así, el 11 de abril de 2002 se registraron en un solo día 367,5 mm en Darnius (Girona) en el transcurso de un fuerte temporal de llevant. El 14 de abril de 2007, un temporal de lluvias generado por una borrasca fría afectó a Baleares dejando 273 mm en Fornalutx, 177 en Lluc y 160 en Sóller. También en Baleares, con una DANA situada sobre el centro peninsular, el 22 de abril de 1981 Alaró registró 210 mm. Si nos desplazamos hacia la mitad sur, se puede comprobar que también en abril se registran fuertes aguaceros aunque, como decía antes, en general las cantidades recogidas son menores. Un ejemplo es el del 15 de abril de 2010 con una borrasca fría sobre el golfo de Cádiz, cuando Manilva, en Málaga, registró 124 mm y otro el  del 15 de abril, pero esta vez de 2002, con una DANA sobre Marruecos, viento de levante en superficie y un registro de 82 mm en San Javier.

Por tanto, las lluvias importantes de abril, por un lado tan deseadas, pero por otro tan temidas en el caso de celebraciones como las de Semana Santa, van muy unidas a DANAs y borrascas frías. Como he comentado en algún capítulo anterior, este tipo de perturbaciones no son las que mejor manejan los modelos y es en primavera cuando la dificultad es máxima. Por tanto, esas lluvias llevan asociadas una gran incertidumbre, tanto en su ocurrencia espacial como temporal. En estos casos es cuando una predicción probabilística se hace  esencial convirtiéndose en la mejor información que puede darse al público. Parece interesante, por tanto, que el resto de este capítulo lo dedique a la incertidumbre de la predicción en general y  a su tratamiento, centrándome sobre todo en la de las lluvias primaverales.

27 de marzo de 2015

Una semana sin pasión (meteorológica)

Durante muchos años me he venido refiriendo a esta semana previa a la Semana Santa como la "semana de pasión" para los meteorólogos. Son unos días en los que nos solemos ver sometidos a una gran tensión ante la continua demanda de predicciones a varios días vista que permitan planificar adecuadamente viajes, vacaciones o actos religiosos. La cosa se complica aún más dado que, es una época del año, en la que la atmósfera presenta en general poca predecibilidad, de modo que predicciones a más de tres o cuatro días tienen una fiabilidad en general bastante baja.

Sin embargo, este año, las cosas no han  sucedido así. Desde hace varios días, los principales modelos de predicción  a medio plazo han apostado por la presencia de una amplia dorsal anticiclónica situada durante toda la Semana Santa al oeste o incluso sobre la Península que bloquearía el paso de temporales atlánticos o la llegada de borrascas frías entrando por el noroeste peninsular. Sin embargo, en estas situaciones, suele existir una amenaza importante: que el eje de la dorsal se incline en dirección  nordeste-suroeste y permita la entrada de aire frío del nordeste;  pues bien,  por lo que muestran los modelos no parece que vaya a ser así. Otras dos posibles amenazas -en principio menos críticas- serían la llegada de algún débil embolsamiento frío por el golfo de Cádiz o la "bajada de cabeza" de la dorsal, con la llegada de la parte sur de algunas vaguadas del chorro, al tercio o mitad norte peninsular con una cierta inestabilización en esas zonas. Y de estas dos débiles "amenazas" si que nos indican algo los mapas obtenidos de los modelos probabilísticos.

Para empezar el lunes día 30, la predicción probabilística del Centro Europeo apoya claramente a la configuración mostrada por el modelo operativo del mismo Centro:



El primer día en que aparece una pequeña incertidumbre es el próximo miércoles día 1:

Añadir leyenda

Ese día, la vaguada en el seno de los vientos del noroeste que discurre por Francia podría afectar algo más de lo que da el modelo operativo al nordeste peninsular. No sería en cualquier caso nada muy significativo.

El jueves 2, no hay nada muy reseñable, mientras que para el viernes día 3, existen algunas pequeñas incertidumbres, aunque sorprendentemente muy pocas para estar en un D+5 de inicio de la primavera:

                              


De nuevo, alguna débil incertidumbre sobre el nordeste peninsular y alguna otra sobre la ubicación de la dorsal anticiclónica sobre la Península. Iría en la línea de que, la débil y casi estacionaria vaguada atlántica situada al oeste peninsular, se acercara algo más de lo que da el modelo operativo. Podría significar un cierto aumento de la inestabilidad en el tercio oriental peninsular con algunos chubascos aislados, sin mayores consecuencias.

Ya, para el día 5, domingo de Resurrección vemos, como no podría ser de otra manera para un D+9 y más en primavera, que el grado de incertidumbre (magentas más intensos) se hacen notar más en el entorno de la Península Ibérica:

                          



Con esta estructura y niveles de probabilidad podría estar más cerca una entrada fría desde el norte o el nordeste o el paso de un débil embolsamiento frío por el sur peninsular. Es algo todavía lejano pero que hay que ir vigilando en los próximos días.

En cualquiee caso, quizás la mejor noticia -o el mejor regalo-  los modelos probabilísticos para esta Semana Santa sean este mapa de anomalías térmicas del Centro Europeo para el periodo del 30 de marzo al 5 de abril que ha hecho público AEMET en su predicción mensual:


                                   


Puede verse en él como las temperaturas estarán por encima de los valores normales de la época en gran parte de la Península mientras que en el resto se situarán alrededor de ellos. Por lo que respecta a los archipiélagos, la baja resolución de este modelo no nos puede dar información suficiente en relación a posibles anomalías.

En resumen: De modo un poco sorprendente, parece que la atmósfera nos quiere ofrecer en plena primavera un periodo de varios días de tiempo en general seco y tendiendo incluso a algo caluroso. Una Semana Santa como pocas veces se recuerda,... si bien la memoria meteorológica es frágil. Confiemos en que no haya sorpresas. Al menos, los meteorólogos, aunque no las hemos tenido todas consigo estos días, hemos disfrutado ya de una semana de pasión  desapasionada como no recordábamos en muchos años.

5 de marzo de 2015

Tras la riada: Muchas preguntas y alguna reflexión


Este es un artículo más de interrogantes y preguntas que de certezas y claridades. Sólo pretende contribuir a la reflexión colectiva tras la riada. Si es así, habrá sido útil.


Foto: Raul Baza Navarro a través de Twitter

Aunque las aguas van bajando, no cesa aún la polémica sobre las causas de la gran riada del Ebro y, sobre todo, cómo prevenirlas o atemperarlas en el futuro. Mientras la población afectada parece decantarse mayoritariamente por la limpieza y dragado del cauce, los hidrólogos, geógrafos y ecologistas, también en su mayoría, piensan que es mejor respetar el ecosistema del río y dar salida natural a las posibles avenidas salvaguardando por supuesto las poblaciones, pero promoviendo al tiempo bosques de ribera y respetando llanuras de inundación. Admiten que eso supondrá en algunos momentos conceder indemnizaciones o hacer frente a la reparación de daños. Pero, aún así, consideran que eso será siempre mejor que tratar de corregir al río más de la cuenta, o hacer peligrar su ecosistema, algo que a medio a largo plazo daría lugar a más problemas y pérdidas.

Como no soy experto en estos temas, mi opinión a este respecto no sería muy útil en este debate. Lo que sí me permito recordar, tras haber estudiado y conocido por mi profesión muchas situaciones de inundaciones y riadas, es que, cuando las precipitaciones son intensas y extensas, los ríos, no es que reclamen, es que invaden su cauce natural así como sus zonas de expansión de siempre. 

Pero, hablando de precipitaciones intensas y extensas, quiero plantear algunas consideraciones meteorológicas y climatológicas en relación con este episodio para contribuir al intercambio de opiniones y criterios que ya se está produciendo y que debe necesariamente desembocar en un estudio profundo, serio y, sobre todo, coordinado

A mi juicio, lo primero de todo es considerar la procedencia del agua que dio lugar a la gran avenida. Parece claro que la mayor aportación debió llegarle al Ebro a través de sus afluentes Ega y Arga que recogerían las intensas lluvias de los días previos en Navarra y País Vasco, así como agua procedente de algún deshielo del Pirineo navarro. Lo que me pregunto es si también contribuyó la procedente del deshielo de las amplias nevadas de primeros de febrero en la cabecera del Ebro, y sobre todo del Alto Campoo. Son caudales recogidos en el embalse del Ebro y al encontrarse éste, según datos muy recientes del SAIH, casi al límite de su capacidad, supongo que tendría que aliviar agua. Es interesante saberlo para ver si en realidad han sido los dos grandes episodios de precipitación los que han contribuido  a la avenida o ha sido básicamente el último. 

En este mapa publicado por AEMET puede verse el porcentaje de la precipitación acumulada en febrero respecto a la normal del periodo 1981-2010. Se observa como en gran parte de la franja norte se supera el 200 por ciento y en algunas zonas incluso el 300 por ciento. 
Vamos a detenernos ahora en estos dos grandes episodios de precipitación de febrero, si bien en la franja norte ésta fue significativa durante la mayor parte del mes. Por un lado llamó mucho la atención las importantes nevadas de principios de mes en el norte de Palencia y de Burgos y sur de Cantabria, con unos espesores que no se recordaban desde hace muchísimos años. Se ha llegado a considerar incluso que puede haber sido la mayor nevada en la zona desde la famosa nevadona de febrero de 1954, pudiendo incluso haberse quedado muy cerca de sus valores. Desde luego, la vía ferroviaria por Pajares hacía también muchos años que no había quedado interceptada de este modo, aunque es verdad que en ello han podido intervenir también otras circunstancias que no vienen al caso. Y poco tiempo después aparecen estas grandes precipitaciones del País Vasco y Navarra (y por supuesto en la mayor parte de los Pirineos). 

¿Pueden considerarse estos episodios tan intensos y seguidos como "normales" en el marco de la climatología de esta zona? ¿Forman parte de una tendencia, o no parece que sea así? Y, si han sido extraordinarios (me refiero fundamentalmente a la concatenación de uno tras otro), ¿lo ha sido también la situación meteorológica que los ha originado? ¿Era un chorro  (o chorros) con alguna característica sobresaliente?... El aire de capas bajas y medias ¿tenía un contenido de humedad mayor que en otras ocasiones? ¿Podría tener esta situación alguna similitud, o algún punto de contacto, con las que afectaron a Gran Bretaña y buena par del Atlántico norte el pasado invierno? Creo que las respuestas a éstas y algunas otras cuestiones -en las que estoy seguro que AEMET estará trabajando- pueden constituir una información muy valiosa para futuras actividades de predicción, vigilancia y avisos. Ha sido una situación realmente importante por muchos motivos y es fundamental a mi juicio aprender de ella todo lo posible.

Otra cuestión significativa desde el punto de vista meteorológico, sería conocer cómo se han comportado los modelos numéricos de predicción de precipitación que, a su vez, alimentan a los modelos hidrológicos. Es sabido que las situaciones de precipitaciones muy intensas pueden no ser muy bien simuladas por estos modelos. ¿Funcionaron bien? ¿Lo hicieron unos mejor que otros? ¿Qué conclusiones podrían obtenerse de cara a su mejora? Sería muy importante conocerlo. Y, hablando de modelos hidrológicos...¿tiene el SAIH del Ebro medidas en tiempo real de espesores de nieve y de su ritmo de fusión en la Cordillera que alimenten esos modelos?  A este respecto, resultan preocupantes estas declaraciones de un ingeniero en el Periódico de Aragón a las que supongo que la Confederación del Ebro responderá y aclarará. 

Veamos ahora una cuestión que ya ha pasado por las cabezas de algunos periodistas, y de algunos otros que no lo son: ¿Tiene alguna relación esta situación con el cambio climático? Probablemente, un episodio aislado de este tipo pueda entrar dentro de la variabilidad natural. Dos o más tan seguidos, y con una acumulación tan extraordinaria de precipitación, ya parece un poco más extraño, aunque, como apuntaba antes, habría que estudiarlo. Hasta hace tres o cuatro años no se habían desarrollado metodologías para determinar la posible atribución de un determinado fenómeno de gran adversidad al cambio climático, pero ahora ya lo están. Cabe recordar a este respecto el rápido y eficaz estudio que hizo público el Met. Office británico en relación con su atípico invierno 2013-14 y al que hice referencia en esta otra entrada. Del mismo modo, creo que este episodio que nos ocupa sería interesantísimo utilizarlo para un estudio de ese tipo. Esperemos que AEMET y/o algunos departamentos universitarios se animen a ello.

Y para acabar, y hablando de cambio climático, está claro que para la planificación de futuras acciones en la Cuenca del Ebro hay que contar con lo que nos dicen las proyecciones de cambio climático para la zona. En principio, parecen apuntar a una cierta disminución de precipitaciones pero me temo que, aún siendo esa información importante, se queda corta para la planificación de determinadas acciones en la cuenca. Para saber cómo se va a comportar el río en el futuro sería  importante conocer, sobre todo, frecuencia e intensidad de las precipitaciones. Y eso depende mucho de los tipos predominantes de circulación atmosférica a los que el cambio climático pueda dar lugar. Creo que es algo que conocemos aún muy poco. 

En fin, puede que sea un episodio más de los típicos que acaba originando riadas en el Ebro, pero puede que no. Por tanto, no podemos descuidar la realización estudios específicos, no podemos descuidar la investigación, ni tampoco el uso más eficaz de las nuevas técnicas meteorológicas para predicción y vigilancia de fenómenos adversos tanto en su vertiente meteorológica como hidrológica. En un clima tan irregular como el nuestro, nos va mucho en ello. 


1 de marzo de 2015

El trimestre primaveral (I): Visión de marzo


Tras un trimestre invernal que, cuando tengamos el informe de AEMET, probablemente resultará ligeramente frío, hoy, uno de marzo, comienza el trimestre primaveral. Por supuesto, no comienza la primavera, porque ese nombre ha sido desde tiempos remotos la denominación de una determinada estación astronómica que puede comenzar entre el 19 y el 21 de marzo. Lo que sí es verdad es que los climatólogos han llegado al acuerdo de establecer como trimestre primaveral el correspondiente a los meses de marzo, abril y mayo, algo que facilita mucho cálculos y estadísticas. Por tanto eso es  lo que, a mi juicio, hoy comienza junto con el mes de marzo.

Y para entrar en este mes, y tal como he hecho con algún otro anterior, transcribo a continuación un fragmento del capítulo que le dedico  en mi libro Meses y Tiempos.


                                                           





Visión de marzo

Marzo da entrada a la primavera, y se nota. Alrededor del día 21 llega el equinoccio y las horas de luz igualan ya a las de oscuridad. Aumenta la energía recibida por la tierra, que empieza a desperezarse, y con ella buena parte de la vida animal y vegetal. El suelo va calentando levemente al aire que tiene por encima y éste se encuentra así más ligero para moverse. Aparece el viento…pero, todavía, las masas que se movilizan están en general bastante frías y la sensación térmica es con frecuencia desagradable. En esa movilidad aún puede alcanzarnos alguna masa gélida retrasada, aunque es cada vez menos probable en la medida en que el mes avanza. Todo ello hace de marzo un mes de altibajos, de “querer pero no poder” aún, de una cierta hosquedad mezclada con periodos suaves en los que el calor del sol ya se hace notar claramente.



Lógicamente, el refranero refleja fielmente todo ello:

Marzo marzuelo, un día malo y otro bueno



Marzo treinta y un días tiene y trescientos pareceres.



En marzo, la veleta ni dos horas se está quieta.

También se refiere al despertar de la Naturaleza, si bien los cambios que se van produciendo en ella por el calentamiento global pueden llevar a revisar algunos de estos refranes:


A quince de marzo, da el sol a la sombra y canta la alondra.


San Raimundo (día 15) trae la golondrina del otro mundo.



En marzo, saca la cabeza el lagarto.



Marzo, los almendros en flor y los mozos en amor.

En el conjunto de la Península, las lluvias de marzo quedan por debajo de las de los cinco meses precedentes pero, a su vez, suelen estar por encima de las de los cinco siguientes. En general, marzo suele ser más lluvioso en el área Mediterránea y Valle del Ebro que en las vertientes Cantábrica y Atlántica. La temperatura media sube unos 4º respecto a febrero pero, como antes apuntaba, sigue todavía el riesgo –y el temor de la gente del campo- a las  heladas tardías, muy dañinas para algunos cultivos adelantados y para ganados que ya están al aire libre. Lo refleja muy claramente este otro refrán:

Si marzo vuelve el rabo, no queda oveja con pellejo ni pastor enzamarrado.

En general, parece que en el campo no interesa que llueva mucho, sino que los cultivos despierten poco a poco y estén bien preparados para las lluvias -esas sí muy deseadas- de abril y mayo.

Como no podía ser menos, el comportamiento de marzo, o de algunos de sus días claves, también tienen un carácter predictivo en la meteorología popular. Así, si marzo es seco, se cree que abril o mayo podrán ser húmedos:

Las secas de marzo son aguas de mayo.

O bien:

Si marzo no hace lagunas, la cosecha es segura.

En el caso de que el mes transcurra anormalmente tranquilo, en situación anticiclónica y con la aparición de nieblas, se piensa que ello puede alterar el ritmo atmosférico normal y podrían entonces esperarse algunas complicaciones en los meses siguientes:

Niebla de marzo, nieve de abril

Y también:

Nieblas en marzo, heladas en mayo

Aunque quizás, el mas conocido sea:

Si marzo mayea, mayo marcea

Dada la variabilidad de marzo, es  muy difícil concretar, desde el punto de vista climatológico, cual sería el ritmo o “tiempo” normal del mes. A veces, los primeros días son fríos formando parte de un periodo que pueden extenderse desde finales de febrero y que, en los antiguos calendarios, se denominaba como fríos de la vieja o de la cabra. Otros años lo que ocurre es la entrada de masas de aire atlánticas que pueden dar lugar a un corto temporal de Poniente. Sí se trata de masas húmedas y cálidas de carácter subtropical que puedan llegar a interaccionar con masas frías sobre la Península, es posible la aparición de tormentas con granizo:

Marzo que comienza bochornoso pronto se convierte en granizoso

Curiosamente, el refranero no es unívoco en la valoración de esta situación. En general la valora positivamente:

Si en marzo truena, cosecha buena

o:

Si en marzo oyes tronar, limpia la era y barre el pajar

pero también:

Si en marzo oyes tronar, echa las llaves a tu pajar

Creo que esta aparente contradicción refleja un pensamiento bastante lógico: en general, salvo momentos muy puntales, la lluvia es siempre bienvenida, y más cuando se recuerda la pesadilla de las primaveras secas, pero, por otra parte, se teme que las lluvias de primavera un poco adelantadas anuncien una estación anómala con fríos y heladas tardías.



Tras esos primeros días normalmente revueltos, suelen seguir otros bonancibles hasta mediados de mes. Puede presentarse entonces, de nuevo, un tiempo inestable y ventoso que podría prolongarse hasta los días del equinoccio o algo más, dando lugar a las llamadas lluvias de la Anunciación (día 25); es cuando marzo “volvería el rabo”. A partir de  ahí se estima que, si el año viene normal, se han acabado los grandes fríos:

Por la  Encarnación (también el día 25) los últimos fríos son, si el año no sale respondón

 Después, y hasta finales de mes, suelen subir las temperaturas dando lugar con frecuencia al primer veranillo del año.

Las efemérides de marzo subrayan bien algunos de los caracteres de este mes. Así, los fríos de la vieja o de la cabra se produjeron con gran intensidad al comienzo del mes en el 2004 y 2005. En el primero de ellos, el día 2, León registró -11,2ºC y el día 3 Vitoria -9,2ºC, ambas, efemérides absolutas del mes para estos observatorios. En el 2005, el día 1 se anotaron -13,2 ºC en Ávila y Segovia, -12,8 en Soria y -12 en Burgos, todas ellas también efemérides absolutas del mes y es de señalar que, también en ese día, Hontoria del Pinar, en Burgos, alcanzó los -19. Al día siguiente, Agoncillo (Logroño) marcó -8,8ºC, -8,4 Zamora y Lugo -8,2, una vez más efemérides absolutas. En cualquier caso, los fríos pueden llegar en cualquier momento en que una masa europea o siberiana se desplace un poco hacia el suroeste; así, el 11 de marzo del 2010 se registraron las mínimas absolutas del mes en Baleares, con -7 ºC en Lluc y -5 ºC en Puigpunyent-Galatzó. Por otra parte, las subidas térmicas de la segunda parte del mes tienen un buen ejemplo en el 23 de marzo de 2001 cuando, de nuevo en Baleares, se registraron valores históricos en las máximas con 33,4 ºC en Sóller, 32,6 ºC en Manacor, 32,1 ºC en Lluc, 32 ºC en Artà Molí den Leu, 30,5 ºC en Santa Gertrudis y 30 ºC en Santa Eulària.

Sin embargo, las “vueltas de rabo” de marzo pueden aparecer en cualquier momento. Así, entre el 23 y 27 de marzo de 1992, más de 100 pueblos de León quedan incomunicados por el temporal de nieve que azotó al norte de la Península, con precipitaciones de alrededor de los 200 mm en el conjunto de esos días. También en otro temporal, el 20 de marzo de 2007, Burgos registró una precipitación de 44,7 mm en forma de nieve. Y no cabe olvidar que en 1971, entre los días 7 y 9, nevó en Madrid por tres días consecutivos alcanzándose un espesor cercano a los 30 cm.

En el área Mediterránea, las lluvias intensas ya se vuelven a hacer notar tras el relativo parón invernal. Están relacionadas casi siempre con la entrada de aire todavía muy frío por las capas altas; bajo él se  encuentra un mar todavía también frío, pero menos que la tierra circundante con lo cual pueden aparecer los procesos convectivos que dan lugar a este tipo de precipitaciones. Así, el 6 de marzo de 2010, se registraron fuertes precipitaciones en la provincia de Málaga, con 216 mm. en Casarabonela, que desbordaron el río Manilva. El 11 de marzo de 2011, de nuevo intensas lluvias en la misma provincia, con 136 mm. en Cártama y, de nuevo, 112 en Casarabonela. Del 12 al 15, el temporal afectó a la provincia de Girona y dejó 246,4 mm. en Les Planes y 244  en Sacalm. El 27 y 28, esta vez del 2004, un nuevo temporal de lluvias en Málaga provoca el desbordamiento del río Guadalhorce y un registro máximo de 229 mm en Rincón de la Victoria. Y ya, el 29 de marzo de 1974, fuertes precipitaciones en el norte de Mallorca dejaron 275,4 mm en Escorca Son Torrella y 230  en Lluc.

También Canarias tiene recuerdo de importantes lluvias en marzo. En 1993, a mediados de mes,  un fuerte temporal dejó más de 330 mm. en zonas de montaña de Tenerife y entre 150 y 200  en medianías y zonas de montaña de Gran Canaria y La Gomera. Y no se puede olvidar la intensísima tormenta “anclada” o prácticamente estacionaria sobre Santa Cruz de Tenerife, que el 31 de marzo de 2002 dejó en su observatorio 232,6 mm, con una intensidad máxima de 162,6 mm/h, que causó la muerte de ocho personas y cuantiosos daños materiales. Pero también marzo puede ser ya caluroso en el archipiélago cuando el viento sopla de África. Así ocurrió en 1990 y en 2002 cuando en sendos episodios de este tipo las temperaturas medias del archipiélago se situaron entre 5 y 6º por encima de sus valores normales.

Las tempranas tormentas de marzo también han sido noticia algunas veces: el 21 de marzo de 2010, una fuerte tormenta sobre Badajoz acumuló en algunas zonas mas de medio metro de granizo causando daños importantes y el 9 de marzo de 2013, aparecieron varios tornados y trombas marinas en el litoral sur de Galicia.

En cuanto a vientos, la racha mas fuerte registrada para este mes en los archivos climatológicos es de 194 km/h en el observatorio del Montseny el 19 de marzo de 1969. En el 2007, el 7, se alcanzaron rachas 140 km/h en Santander y de 130 km/h en el aeropuerto de Asturias y en el 2002, el día 14, Plasencia registró 149 km/h. También en el sur peninsular marzo da con alguna frecuencia fuertes vientos. Así  el 8 de marzo de 2007 se dieron rachas de viento de hasta 118 km/h en el aeropuerto de Almería.

En relación mas o menos directa con el viento están los grandes temporales marítimos como una combinación, casi siempre, de mar de viento y de fondo. El 11 de marzo de 2008 el oleaje superó los 12 metros de altura en los litorales vizcaíno y guipuzcoano y los días 3 y 4 de marzo de 2014, otro gran temporal de viento y mar, continuación de los que durante todo el mes de febrero afectaron intensamente a la fachada occidental europea, causó importantes destrozos en todo el litoral cantábrico.

Sin embargo, mas allá de los valores extremos que hayan podido registrarse durante el mes, los vientos de marzo son mas notables por su persistencia. Es una persistencia muy vinculada, como decía anteriormente, a los comienzos de la inestabilidad primaveral, de modo distinto al otoño e invierno en que lo está más con los grandes temporales. O que en verano, muy unida los fuertes fenómenos tormentosos. En cualquier caso, la situación geográfica de España y su compleja orografía da lugar a una gran variedad y complejidad eólica. 

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Hasta aquí, la visión climatológica de marzo. Si nos vamos a las predicciones para este mes concreto, vemos que, según la última predicción de AEMET para las próximas semanas, el carácter general de buena parte del mes podría estar marcado por lluvias algo por encima de lo normal en la vertiente mediterránea y normales, o incluso algo por debajo, en el resto de las zonas. 

Y por lo que respecta al trimestre primaveral, la última predicción estacional, también de AEMET, habla de una mayor probabilidad de que la temperatura alcance valores superiores a los normales en la España peninsular y Baleares mientras que en Canarias podrían estar por debajo. Por lo que respecta a las precipitaciones, no se aprecian diferencias significativas con respecto a la climatología en ninguna zona de España. Es decir, dentro de las icertidumbres de este tipo de predicciones, parece que tendremos un trimestre primaveral normal en precipitaciones, algo cálido en Península y Baleares y algo frío en Canarias.

Pero dentro de esa tendencia general, lo más probable es que, de vez en  cuando, marzo vuelva el rabo. Quizás ya, esta semana que empieza. Habrá que estar atentos.