Una
de las principales empresas norteamericanas de meteorología, “Weather Channel”, ha decidido “bautizar” a las borrascas que puedan originar grandes temporales de lluvia, nieve o frío en Estados Unidos durante el próximo invierno. La decisión ha dado lugar a una fuerte
polémica dentro y fuera de Estados Unidos, no exenta en muchas ocasiones de una
componente comercial, en torno a su
conveniencia y sobre, hasta que punto, una compañía privada debe llevar a cabo
esa iniciativa.
El
hecho de poner nombres a algunas perturbaciones atmosféricas no es nuevo. El
caso más conocido es el de los ciclones tropicales. Es una práctica que se
inició durante la Segunda Guerra Mundial por parte de meteorólogos
norteamericanos para facilitar la distinción entre distintas perturbaciones de este tipo y
que años mas tarde fue oficializado por la Organización Meteorológica Mundial
que desde entonces es la encargada de establecer a nivel mundial las listas de nombres que se utilizaran en la denominación de los ciclones en cualquier parte
del mundo. Por su parte, la Universidad Libre de Berlín comenzó en 1954 a dar
por su cuenta nombres a borrascas y anticiclones que afectasen a Europa
figurando así en los mapas que emiten y siendo seguidos ocasionalmente por algunos
Servicios Meteorológicos y de forma mas significativa por medios de
comunicación, sobre todo en situaciones con problemas meteorológicos significativos. A través de este procedimiento cualquier persona que lo desee puede apadrinar y poner su nombre a cualquier
borrasca o anticiclón mediante el pago de unos pocos cientos de euros. En cualquier
caso, un desarrollo mas amplio de estas cuestiones puede verse en una entrada anterior de este blog
Ejemplo de mapa de superficie elaborado por la Universidad Libre de Berlín con nombres de borrascas y anticiclones "bautizados" |
El
argumento principal que sustenta estas iniciativas es que de este modo las
perturbaciones atmosféricas se hacen mas cercanas al público, que a su vez
presta mas atención a las informaciones y avisos que se puedan dar sobre ellas
facilitando además una mejor “memoria histórica” de las mismas. Weather Channel
profundiza en estos razonamientos argumentando que esta práctica puede ser muy importante de cara a facilitar una
mayor cercanía y concienciación del público norteamericano ante situaciones
invernales críticas. Sin embargo, otras empresas y meteorólogos norteamericanos discuten seriamente estos planteamientos.
Confieso
en que no soy partidario de estas iniciativas pero sobre todo de la forma en
que se plantean. Un primer punto de debate es si realmente el “poner nombre”
ayuda a conseguir esa mejor información y concienciación o, una vez pasada la
novedad, se dejaría de prestar atención a ese nombre y se convertiría en una
información inútil. El tema necesitaría un profundo debate entre muchas partes
antes de tomar una decisión definitiva.
En cualquier caso lo que me parece fundamental es plantearse hasta qué punto una iniciativa
de este tipo debe llevarla a cabo una empresa de carácter comercial. Algo así
da lugar a muchas dudas y preguntas pero sobre todo a una reflexión
fundamental: las perturbaciones atmosféricas no son patrimonio de ningún país
concreto y menos de una empresa determinada. Con frecuencia son
transnacionales, pueden “nacer” en un sitio y “morir” en otro. De este modo, ¿Se
puede “imponer” un nombre a otro país que no tiene porqué aceptarlo pero con los
medios de comunicación “empujando” a ello ya que el “nombre” está puesto y
difundido previamente por ellos mismos? ¿Qué criterios existen para nombrar a
unas borrascas y no a otras? ¿Cuándo comenzar a nombrarlas y cuando dejar de
hacerlo? ¿y si esa borrasca sufre una trasformación que la lleva a un estado de
mayor o menor riesgo? Y si otra institución u empresa decide nombrarlas de otra
manera ¿cómo se manejaría la situación? ¿Y si en Estados Unidos no se coordinan
adecuadamente las informaciones del Weather Channel con las del Servicio Meteorológico
norteamericano, que no tiene porqué seguir la iniciativa? Y si una borrasca de
Estados Unidos se dirige hacia Europa: ¿debe seguirse el nombre dado por
“Weather Channel” o el que le ponga la
Universidad Libre de Berlín?
Pienso
que una acción de este tipo no es un juego y puede tener múltiples
repercusiones nacionales o transnacionales o incluso inconvenientes en relación
con tareas de protección civil. Por
tanto, en el caso de que se estimara su oportunidad e interés, debería ser la Organización
Meteorológica Mundial la que, al igual que en el caso de los ciclones
tropicales, adoptara esta decisión a través del consenso de los Servicios
Meteorológicos de todo el mundo y todo ello con criterios perfectamente
establecidos y reglamentados. Es verdad,
y ese es el gran problema, que a la OMM le puede llevar años tomar una decisión
de este tipo pero el tema ya está ahí en marcha y el debate abierto. Al menos algo
debería decir al respecto porque, hoy por hoy, es la única voz autorizada para
hacerlo y porque se hace ya necesario que alguna institución internacional se
posicione sobre esta práctica que tiende a extenderse sin ninguna coordinación ni control.
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