Ha acabado el mes de julio y, a la espera de los
datos oficiales de AEMET, todo indica que ha tenido un carácter térmico cercano
a la normalidad, si bien con las lógicas diferencias entre la vertiente
atlántica –seguramente algo mas fresca que lo normal- y la mediterránea, quizás
un poco por encima.
Aunque
en algún momento se sobrepasaron puntualmente los 41 grados no ha sido un mes de
temperaturas muy extremadas. La presencia frecuente de una circulación
generalmente del suroeste en niveles altos, bastante baja de latitud para esta
época del año, ha originado la entrada de aire atlántico relativamente fresco sobre el norte y el centro peninsular mientras que las masas
mas cálidas del norte de África afectaban al cuadrante sureste. Como ya adelanté en una entrada anterior, es
curioso que junio y julio se han comportado del mismo modo este año y el
pasado: a un junio muy caluroso ha seguido un mes de julio normal o incluso
algo fresco en algunas zonas. En el 2011, a ese julio siguió un agosto de nuevo muy
caluroso. Sin embargo, éste que acaba de comenzar, lo hace con el mismo tipo de
circulación que ha predominado en julio y los modelos a medio plazo no dan
síntomas claros de que al menos en unos cuantos días pudiera modificarse
sustancialmente; si ello fuera así, este agosto no seguiría la tónica del año
pasado.
Por
lo que se refiere a lluvias, julio ha sido de nuevo muy poco tormentoso dado que
ese tipo de circulación al que me refería antes no originaba mucha
inestabilidad. Sólo cuando alguna de las vaguadas de esa circulación se quedaba
en situación casi estacionaria al oeste de la Península han saltado las
tormentas, tal como ocurrió en el episodio de la semana pasada que afectó fundamentalmente
a la mitad norte. Aunque se registraron cantidades relativamente importantes de
precipitación en algunos observatorios no han supuesto nada realmente
significativo de forma global.
Si
bien esta escasez de tormentas ha propiciado un tiempo tranquilo para las
típicas actividades veraniegas remarca mas por otra parte el “pero” en el título de esta
entrada. El año está siendo escaso en precipitaciones y ello se deja notar claramente
en el índice estandarizado de precipitación (SPI) o de sequía. Si bien en el apartado correspondiente del web de AEMET se puede consultar el valor de este
índice para determinados periodos temporales entre un mes y tres años, copio
aquí el mapa correspondiente al año hidrometeorológico actual hasta finales de junio que no va a diferir mucho del que se publique para julio
La gran escasez de precipitaciones en la mayor parte de los meses ha dado lugar a que prácticamente toda la vertiente atlántica y el archipiélago canario se encuentren bajo condiciones muy secas siendo la situación ligeramente mejor en la vertiente mediterránea y Baleares, pero en general también bajo condiciones secas.
La gran escasez de precipitaciones en la mayor parte de los meses ha dado lugar a que prácticamente toda la vertiente atlántica y el archipiélago canario se encuentren bajo condiciones muy secas siendo la situación ligeramente mejor en la vertiente mediterránea y Baleares, pero en general también bajo condiciones secas.
Dado que en agosto no cabe esperar grandes lluvias,
-aunque siempre cabe la posibilidad de que alguna borrasca desprendida
de algún meandro del chorro polar pudiera visitarnos sobre todo en la
segunda mitad del mes- habrá que esperar al comienzo del otoño para ver si los
frentes atlánticos, las DANAs mediterráneas o ambos fenómenos a la vez ayudan a
ir remediando esta situación que podría comenzar a ser preocupante. Los
embalses ya empiezan a reflejarlo: si a 31 de julio del año pasado estaban a un
73 por ciento de su capacidad este año lo están al 55 por ciento. Conviene estar vigilantes.
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