La imagen del canal visible de Meteosat de hoy domingo, 17 de julio, muestra todavía los dos elementos que todavía están siendo claves en la actual ola de calor. Al oeste de Portugal la dana que se ha mantenido casi estacionaria durante estos pasados días y la dorsal -la amplia cúpula de aire cálido a todos los niveles- que se refleja por la casi total ausencia de nubosidad sobre la Península.
La dorsal mantiene los cielos despejados sobre la Península mientras que la dana aparece al oeste de Portugal. Ha ido desarrollando una circulación ciclónica en niveles bajos de modo que, en algunos momentos, podría haberse considerado estrictamente como una borrasca fría. Había una posibilidad de que se pudiera haber ido transformando en una borrasca de núcleo cálido si hubiera podido proliferar la convección en su núcleo central, algo que no ha ocurrido, bien por la cizalladura de la marcada circulación asociada o por una insuficiente temperatura del agua del mar en la zona. En la imagen sí parece que se desarrolla algo de convección pero el traslado ya inmediato hacia el nordeste no parece que permita grandes desarrollos en este sentido aunque es probable la aparición de algunos chubascos y tormentas en su viaje por el Cantábrico y Francia hacia los Países Bajos.
Mucho se ha comentado estos días sobre la influencia que estos elementos han tenido en la generación y mantenimiento de la ola. A mi juicio el que se hace completamente necesario es la dorsal: con su gran estabilidad permite una larga y eficaz insolación del suelo con una escasa o nula ventilación vertical y dando lugar por tanto un recalentamiento progresivo del suelo y de la capa de aire que reposa sobre él. En esa capa es donde se alcanzan las temperaturas máximas, que están influenciadas también por factores locales tales como la naturaleza del suelo, su grado de humedad o, incluso, su inclinación respecto a la incidencia de los rayos solares.
Por lo que respecta a la dana es posible que, dependiendo de su situación concreta y de su circulación asociada, haya inyectado ocasionalmente aire cálido subtropical a niveles medios y altos de modo que haya reforzado la gran cúpula cálida de la dorsal, aumentando así la estabilidad. Por supuesto que en estas situaciones puede entrar en niveles bajos aire africano, pero normalmente lo hace como viento del sureste en respuesta a la circulación ciclónica que en estas situaciones de verano aparece sobre el interior peninsular. Solo en contadas ocasiones lo hace como un flujo directo y sostenido del sur.
En cualquier caso conviene detenerse un poco sobre este sistema dorsal-dana al que nos estamos refiriendo. Por la propia estructura de la circulación atmosférica, a la presencia de una dorsal corresponde la existencia de vaguadas o danas a su izquierda y derecha con configuraciones diversas dependiendo de la extensión horizontal más o menos marcada de la dorsal. Pues bien, llama la atención que, al menos en los últimos años, las olas de calor más intensas y con mayor proliferación de grandes incendios, están asociadas a una dorsal relativamente estrecha y muy apuntada hacia el norte y una dana con una circulación muy marcada al oeste. Es una estructura que desde mi punto de vista tiene una cierta complejidad dinámica, con una zona de marcada subsidencia -que puede aumentar la estabilidad- separada por pocos cientos de kilómetros con otra de advección de vorticidad y generadora de algunas estructuras convectivas. Dado que, además de su complejidad, parece aumentar su frecuencia de aparición y teniendo en cuenta la relación que parece mantener con los grandes incendios (entre otras cosas por su actividad eléctrica) creo que debería ser objeto de estudio prioritario.
Análisis del geopotencial de 500 hPa y de la temperatura de 850 hPa del pasado jueves 14 de julio (ECMWF). Junto con la dorsal muy apuntada hacia el NW aparece la dana de la que llama la atención su intensa circulación asociada. Podría ser debida al marcado contraste térmico entre masas de aire, pero no estoy seguro de que esa pueda ser la razón principal. Su presencia puede dar lugar a una inyección de aire cálido tropical o subtropical a niveles medios y altos y por otro lado a la aparición de convección y descargas eléctricas sobre el occidente peninsular. Es por tanto la configuración ideal para la aparición de grandes incendios (que llegan a generar su propia dinámica y termodinámica) y que parece que se va haciendo algo más frecuente, quizás en relación con ajustes en los chorros extratropicales.
En estas situaciones la duración de la ola de calor suele venir marcada por el tiempo en que la dana se mueva -normalmente arrastrada o absorbida por una vaguada atlántica- hacia el nordeste. Esa evolución suele durar en general pocas jornadas y por eso cundía una cierta alarma y desasosiego días pasados cuando se veía que, en este caso, la captación de la dana iba a llevar bastante más tiempo. Pero, al final, va a comenzar ya a moverse hacia el nordeste y favorecerá desde últimas horas del lunes y el martes la entrada de aire atlántico sobre buena parte del interior peninsular, ofreciendo así un pequeño y parcial descanso al agobio por tan altas temperaturas.
Y es pequeño y parcial porque, a partir del miércoles, la dorsal vuelve a establecerse sobre la Península. Sin embargo, ahora la configuración es distinta: es mucho más amplia, y no existe ninguna dana a su izquierda, aunque sí una vaguada lejana que poco a poco se irá acercando a la Península disminuyendo la estabilidad entre mediados y finales de semana y permitiendo mayor intercambio vertical. Esto será así...salvo que de nuevo quede estacionada al oeste de Portugal y aparezca una nueva -tercera- edición de la ola de calor.