De nuevo, y muy pocos días antes de que se cumpla un año de la gran intrusión de polvo africano sobre Canarias de febrero de 2020, ha vuelto a llegar al archipiélago otra intrusión de este tipo. Aunque sus características han sido algo distintas, ha provocado en cualquier caso inconvenientes en distintos sectores y problemas a la población, sobre todo a la afectada por problemas respiratorios.
Imagen del 18 de febrero a mediodía. La intrusión de calima sobre Canarias aparece en el seno de un marcado transporte de polvo desde latitudes tropicales hacia Europa (Imagen Worldview)Ahora que este nuevo episodio de calima en Canarias va llegando a su fin, me gustaría recordar un comentario que hacía en una anterior entrada de este blog y que escribí en relación con el pasado episodio de hace menos de un año:
Por lo que se refiere a los avisos de calima y a las opiniones
expuestas en las redes sobre el interés de que también existan para estas
situaciones los de tipo naranja y/o rojo, creo recordar que este es un tema que
se discutió bastante durante la elaboración del sistema Meteoalerta. Se llegó a
la conclusión -hablo de 2004 o 2005- de que no había forma de determinar a
priori su intensidad y que, además, sólo se podía disponer como referencia de
datos de reducción de visibilidad en las zonas de los aeropuertos. Se estimó
que la mejor solución era dar un aviso amarillo como llamada de atención sobre
la llegada de una situación de ese tipo y a la que había que prestar atención
en el caso de actividades en las que pudiera interferir de forma sensible. Sin
embargo, el impresionante avance que se ha dado en los últimos años en la
predicción de las intrusiones de polvo y su caracterización a través de
distintos parámetros, creo que pueden permitir ya la introducción de esos
nuevos avisos, y supongo que si no se ha hecho todavía puede haber sido por no
haberse presentado en los últimos años intrusiones de tan gran intensidad. Si
ello va acompañado -como parece que así va a ser- de mensajes de protección
civil a través de los teléfonos móviles, creo que esta situación, aún con todas
sus graves consecuencias, puede significar la oportunidad de dar un gran paso
adelante.
Por tanto, creo que convendría insistir en que, juntamente con las autoridades sanitarias y teniendo también en cuenta a otros sectores como el de la navegación aérea, podría ser interesante que se replanteara esta cuestión estableciendo unos umbrales y utilizando como parámetro básico las concentraciones de polvo previstas por los modelos. De este modo se podría pasar de un único nivel de aviso (el amarillo actual) a dos o tres niveles: amarillo, naranja y en su caso rojo en situaciones de muy alta concentración. Entiendo que esta información -más cuantificada- sería de mucha ayuda para la planificación de diversas actividades y muy en especial para las personas aquejadas de problemas respiratorios.
Y si ello es de importancia para Canarias quizás también lo sea para Baleares e incluso para la Península si un chorro más ondulado –por la razón que sea- hace más frecuentes la entrada de polvo de desierto o ir alcanzando latitudes más altas.
Creo que los modelos de predicción de polvo en suspensión funcionan adecuadamente dentro de las limitaciones de cualquier modelo y que proporcionan una información muy valiosa que conviene aprovechar al máximo, de modo que se rentabilice aún más la importante inversión y trabajo que se dedica a ellos.