Hoy, 24 de febrero, finaliza el episodio de polvo sahariano que nos ha afectado estos dos últimos días y que ha dejado imágenes espectaculares tomadas tanto desde satélite como desde el suelo.
Imagen del satélite Acqua del 22 de febrero (fuente Worldview/NASA) |
Puesta de sol en Hornachos (Foto: María Teresa Expósito) |
Aunque hasta ahora no existe una "climatología" de concentraciones de polvo en estas situaciones -seguramente se estará empezando a hacer ya con las nuevas medidas disponibles- todo indica que han sido muy altas, tal como han reflejado los contadores de partículas de algunos ayuntamientos.
No soy experto en temas médicos y no conozco cómo las altas concentraciones de partículas minerales, como ésta que hemos vivido, afecta a la salud y a determinadas enfermedades. Si sé que personas muy próximas han sentido problemas y agobios respiratorios. Por otra parte, además de esos problemas, parece claro que intrusiones tan intensas afectan también a los aviones o a la producción de energía fotovoltaica, por no hablar de las incomodidades -y gastos- que supone toda la deposición del polvo sobre cualquier superficie, y no digamos si es en forma de barro por la lluvia.
Hasta hace pocos años, los meteorólogos conocíamos las situaciones sinópticas que podían propiciar este tipo de entradas, pero no había forma de saber de antemano lo intensas que podían ser. Ahora, con los nuevos modelos de predicción de contaminantes tanto naturales como antropogénicos, es posible hacer una predicción muy fiable, al menos con un par de días de antelación. Por tanto, creo que sería el momento de potenciar los avisos de entradas de polvo sahariano en el Plan de Avisos de Fenómenos Adversos de AEMET (ahora lo están pero contemplando sólo un umbral amarillo para visibilidades por debajo de 3000 metros) y que, por supuesto, podrían estar basados en estos informes emitidos por la Dirección General de Calidad y Evaluación Ambiental del MAGRAMA. Como es lógico los avisos deberían activarse cuando se pudiera sobrepasar un umbral que probablemente tendría que ser establecido por el Ministerio de Sanidad junto con responsables de algunas otras actividades potencialmente afectadas.
Es verdad que la responsabilidad de alertar a la población por contaminantes aéreos reside en ayuntamientos y también lo es que es una actividad que está cada vez mejor mejor organizada por lo que se refiere a los contaminantes químicos. Sin embargo, la cuestión del polvo mineral creo que por su naturaleza, su extensión y el tipo de afectación debería dar lugar a avisos y recomendaciones de tipo general, tanto en el ambiente urbano como rural. Otra cosa es que los ayuntamientos distribuyeran esos avisos y los modularan o particularizaran teniendo en cuenta otros factores como, por ejemplo, la contaminación química o las altas concentraciones de pólenes en sus zonas.
Creo que es el momento de aprovechar la valiosa información que nos dan los nuevos modelos para mejorar sustancialmente la calidad de vida de muchas personas. Ya se ha empezado a hacer -aunque cuesta- con las predicciones de contaminantes químicos y ahora toca hacerlo con los minerales. Y todo ello debería hacerse bajo un concepto claro e integrador en el que las personas interesadas no tuvieran que buscar en dos, tres o cuatro sitios, las informaciones que necesitan.