Aunque este gran temporal de invierno en el área mediterránea no ha finalizado todavía y hay que estar muy atentos a los fuertes vientos y oleajes de los próximos días, sí parece haber pasado ya lo peor en cuanto a la ola de frío y sobre todo a las extensas y copiosas nevadas en grandes zonas de ese área y en algunas limítrofes de Castilla La Mancha y Aragón. Me parece por tanto el momento de esbozar algunas reflexiones y de plantear algunos interrogantes que se me ocurren y que pueden contribuir a un diálogo sobre lo sucedido.
Carreteras cortadas por la nieve en amplias zonas del este peninsular (foto: EFE) |
Quiero referirme antes que nada a la parte estrictamente meteorológica. Si bien durante la semana pasada en la Península y Baleares, no estaba tan claro si esa situación podría provocar nevadas y, de hacerlo, en qué cantidad y en qué zonas. Si los modelos no dejaban muchas dudas respecto a la realidad de la ola de frío, eran cautos respecto a la nieve. Ello obedecía a las dudas sobre la formación o no de una borrasca en el seno de la onda retrógrada a la que me refería en esta entrada de la semana pasada. Parecía que, de formarse, no profundizaría demasiado hacia el oeste en cuyo caso no aparecería una entrada de aire húmedo en superficie y las nevadas serían poco extensas y no muy importantes en cuanto a precipitación. Sin embargo, y en la línea de lo que ya nos advertían los modelos probabilísticos, dos o tres días después, ya se vio que esa borrasca de niveles medios/altos se iba a formar y que profundizaría hacia el oeste llegando a estacionarse sobre el área de Gibraltar. En ese caso, las nevadas podrían ser mucho más importantes ya que se formaría una borrasca en superficie que facilitaría el flujo del aire húmedo hacia tierra y que, junto con el aire muy frío de capas medias, daría lugar a las nevadas.
Pues bien las nevadas han aparecido y con unas características que han llevado a que la propia Delegación de AEMET en la Comunidad Valenciana las califique como "históricas" ya que pueden haberse batido muchos récords de cantidad diaria de precipitación de los meses invernales -precipitación en este caso de nieve-, tal como ya se ha comprobado que ha ocurrido en el día de ayer en Alicante y Castellón. También destaca AEMET que, si bien se recuerdan algunos temporales de invierno en los que se registraron espesores de nieve parecidos, no hay antecedentes en cuanto a la gran extensión de la zona geográfica afectada por la nevada.
Por otra parte, lo que a mi me ha sorprendido mucho es la gran actividad convectiva en esta situación. Han sido muchos los testimonios de personas que, al tiempo que veían nevar copiosamente, relataban que veían relámpagos y escuchaban truenos, algo que confirma plenamente los datos de la red de detección de rayos de AEMET. Creo que esa actividad convectiva ha tenido mucho que ver con los problemas en muchas carreteras donde la precipitación de nieve ha debido ser muy intensa colapsando la circulación con gran rapidez. Al mismo tiempo, el viento asociado podría haber sido responsable -no lo se- de los problemas con el tendido eléctrico en líneas de RENFE que originaron la paralización de algunos trenes, además de la caída de algunas torretas de tendidos eléctricos.
No son desconocidas las tormentas en invierno, pero desde luego no son usuales -y menos con esta intensidad- en los temporales de invierno mediterráneos. Está claro que la inestabilidad era muy acusada y para ello tenía que haber grandes diferencias de temperatura entre la superficie del mar y las capas y medias de la atmósfera. ¿Era ese aire, digamos a 5000 metros, más frío que en otros temporales? ¿Estaba el mar más cálido de lo climatológicamente normal? Creo sinceramente que convendría investigar esta cuestión con datos y medios suficientes para ver el origen de esa inusual actividad tormentosa causante a mi juicio de buena parte de los problemas.
Por lo que respecta a la predicción y avisos cabe reconocer el buen trabajo de AEMET en esta situación. Se dieron en los momentos oportunos los avisos especiales, tanto de la ola de frío como de las nevadas, y no hubo dudas en cuanto a emitir el nivel máximo de aviso -el rojo- en el momento en que se estimó oportuno, aún sabiendo la movilización que supone su emisión. Es verdad que en un principio se insistió más en la ola de frío, porque en esa línea iban los modelos, pero cuando se vio el nuevo sesgo en la predicción, se actuó con eficacia.
Sin embargo, aún con avisos rojos, el tráfico ferroviario y sobre todo el automovilístico se ha visto seriamente afectado y cientos de personas pasaron la noche en sus vehículos. ¿Por qué? ¿Les llegó la información? ¿La interpretaron bien? ¿Se confiaron? Son preguntas que me he hecho, que nos hemos hecho tantas veces...
Después de escuchar algunos testimonios, da la impresión de que había información suficiente sobre la ola de frío pero no tanto sobre la magnitud de las nevadas. ¿Pudo la primera información -la referida al frío- eclipsar en la percepción del público a la segunda -de la nieve- como si ésta última se hubiera tomado simplemente como un recordatorio de la primera, sin prestar demasiada atención a su contenido específico? Sería un buen tema de estudio para los psicólogos sociales. En cualquier caso, y pensando tanto en estudios de ese tipo como en la necesaria reforma del plan Meteoalerta, lo que si sería importantísimo sería la realización de una encuesta de urgencia a las personas afectadas por la paralización del transporte. Sólo ellas saben por qué fueron atrapadas por la nevada, y un buen estudio estadístico de sus respuestas podría darnos las claves para una mejora sustancial de avisos y alertas.
Y una pequeña reflexión final sobre una cuestión que ya ha salido, y que saldrá más en los próximos días: ¿Es este temporal una muestra más de la variabilidad natural de la atmósfera o tiene algo que ver con el proceso del calentamiento global? Confieso que, en principio yo lo vi como un temporal más de invierno en el área mediterránea. Sin embargo, al observar su marcada componente tormentosa, y sobre todo al conocer la valoración de AEMET no puedo dejar de pensar -como ya he expresado otras veces en este blog- que en los últimos años a un récord sucede con rapidez otro y otro. Recordemos sin ir más lejos las intensas lluvias del pasado diciembre también en estas zonas.
Dado que ahora ya hay técnicas para desarrollar estudios sobre la probabilidad de que un fenómeno pueda estar influido o no por el cambio climático vuelvo a insistir en la importancia que tendría estudiar esa posible relación en los fenómenos extremos que han ocurrido en España en los últimos años. Demasiados récords como para no ocuparse de ellos y sacar conclusiones científicas...y criterios operativos.
Ahora que el Gobierno ha pedido excusas por las molestias causadas y parece dispuesto a sacar conclusiones y enseñanzas, sería el momento de plantearse en profundidad estos temas expuestos. ¿Volverá a disiparse todo de nuevo?