Ha causado mucha sensación en los últimos días la información difundida por un canal meteorológico francés en relación con la posibilidad de que el próximo verano sea bastante frío en Europa occidental. De hecho se ha llegado a comparar, de forma a mi juicio bastante exagerada, con el famoso año 1816 al que se le conoce como el año sin verano. Si bien no existen métodos muy fiables de predicción a nivel estacional y no hay forma de saber a ciencia cierta que verano vamos a tener, los razonamientos dados por el citado canal tienen una cierta coherencia interna y no son del todo un "brindis al sol" como en principio cabría suponer.
Antes de entrar en las conjeturas sobre el verano, puede ser interesante revisar cual ha sido el comportamiento del trimestre primaveral ahora a punto de acabar. A la vista de los informes de AEMET, tras un mes de marzo extremadamente lluvioso pero con temperatura media normal (siempre refiriéndonos a la media del periodo 1971-2000) y un abril normal en lluvias y ligeramente cálido, mayo parece -por lo que hemos ido viendo- que resultará también abundante en lluvias y probablemente de caracter frío. A la espera del correspondiente informe oficial, todo indica que sería una primavera muy lluviosa y normal - o algo por debajo- en temperaturas. Ello puede contrastar con la percepción pública de un tiempo frío y desapacible; sin embargo ello proviene, mas que de los valores de las temperaturas, de la abundancia y la continuidad de los días nubosos, húmedos y ventosos con una sensación térmica -fisiológica- de frio persistente.
Desde luego, este comportamiento primaveral puede tener algo que ver con las características del próximo verano, al menos en sus comienzos. No cabe duda de que parte de la energía solar se empleará en evaporar la gran cantidad de humedad presente en suelos y vegetación y eso puede atemperar las primeras escaladas térmicas. Quizás a eso responda la idea de que, a una primavera húmeda y fría, le sigue un verano también suave aunque no siempre y el informe del canal francés utiliza entre otros este argumento, al tiempo que presenta ejemplos de años en que eso ha sucedido.
En cualquier caso van a ser las circulaciones atmosféricas predominantes las que decidirán el caracter final de este verano. Si continuara, como hasta ahora, el contínuo "descuelgue" de masas frías desde el Atlántico entrando por el norte y noroeste peninsular, no cabe duda de que sería un verano fresco y húmedo al menos en la mitad norte, quizás del estilo del verano de 1977 que muchas personas todavía recuerdan por haber estropeado sus vacaciones. Probablemente algo de eso es lo que "ve" el modelo de predicción estacional de NOAA que da unas anomalias negativas importantes para los tres meses de verano. Sin embargo, en el conjunto de modelos que utiliza AEMET para dar su predicción estacional, esa anomalía fria no parece estar tan clara dado que en sus mapas y textos expresa que no se espera ninguna anomalía significativa, es decir, que vamos a un verano normal en temperaturas y lluvias.
Por tanto, aunque es imposible saberlo con cierta garantia, tanto las características de la primavera como las salidas -no muy fiables- de los modelos estacionales inclinan a pensar en un verano no extremadamente cálido sino mas bien normal o ligeramente frío, en la línea, aunque no tanto, de lo expuesto por el canal meteo francés. Otra cosa es lo que luego realmente suceda y lo interesante será ver, sobre todo en el caso de que al final resulte caluroso, cuales de los argumentos expuestos han sido equivocados o no han pesado lo suficiente en el resultado final. A observar la atmósfera toca.